Jesús Calleja (Fresno de la Vega, León, 1965) nos atiende
en un claro de la selva. En este caso, de la de asfalto. Pillamos (de
milagro) en la ciudad a uno de los trotamundos más famosos de este país,
que también saca tiempo para aleccionar a ejecutivos agresivos en las
jornadas culturales que la tienda de National Geographic en la Gran Vía
madrileña organiza durante todo el año. Si tiene ocasión, no le pierda
la pista. Aunque le cueste.
- De la peluquería familiar pasó a atravesar desiertos,
escalar montañas, huir de la erupción del volcán islandés de nombre
impronunciable, bucear entre cenotes y tiburones e incluso irse de
excursión con Zapatero... Oiga, no sé por dónde empezar...
- (Risas). Yo tampoco. Puede empezar por donde quiera...
- ¿Se considera usted un loco?
- Mucha gente cree que no estamos muy cuerdos. Pero hacemos
lo que nos apasiona y nos preparamos para ello. Así que no, no estamos
locos. Más bien, creo que los que están locos son los que están
sometidos a la rutina todos los días, con ocho horas en la oficina y
bajo las órdenes de un jefe que le dice lo que tiene que hacer.
- Willy Fog no le llega a usted a la suela de la bota de 'trekking', ¿no?
- Tengo el mejor trabajo del mundo. Soy un afortunado. Hago
expediciones y tengo un programa que me las costea. Y encima vivo de
ello. No sé si habrá otra vida después, pero intento vivir esta con la
mayor intensidad posible. Tampoco me considero ni más ni menos que
nadie. Solo me gusta disfrutar de la vida. Si te crees más que los
demás, estás jodido.
- ¿Cómo fue lo de Zapatero?
- Aquello fue una ocasión excepcional. Coincidió que nos
conocíamos de León, casi vecinos del pueblo. Si no, es imposible sacar
al presidente del Gobierno de excursión por la montaña. Y me hubiera
dado igual que hubiera sido Rajoy. Pero fue una oportunidad magnífica
para rendir homenaje a los montañeros, que hay muchos en este país, en
el que solo se habla de fútbol.
- También fue una buena oportunidad para comerse un bocadillo de jamón ibérico 'made in La Moncloa'. Diga, diga ¿a qué sabía?
- (Risas) Aún tengo clavado el sabor de aquel jamón. ¡Qué
jamón! Yo llevaba mi tortilla de patatas y cuando estábamos arriba le
recordé la vieja norma: 'presidente, la montaña es de todos y todo se
comparte'. Así que nos apretamos su bocata. También llevaba unas
avellanas tostadas riquísimas que, por supuesto, nos comimos en grupo.
- ¿Lo que pasó en aquella montaña es una metáfora de lo que hace falta en este país?
- Sí, habría que compartir más. Los políticos, y no hablo
de partidos, viven alejados del pueblo y a veces les vendría bien bajar
un poco al suelo (o subir a la montaña) para ver los problemas desde
otra perspectiva.
- ¿A quién más le apetece llevarse de expedición?
- (Sin dudarlo) A Obama. Tendríamos conversaciones profundas.
- Y si hablamos de corruptos...
- Leo la prensa y se me revuelve el estómago. Odio a los
corruptos. Aborrezco desde lo más profundo de mi ser a la gente que vive
su vida con dinero que no le pertenece. No gasto ni un minuto en ellos.
- ¿Cómo le cogió la muerte de su amigo Álvaro Bultó?
- Fue un drama. Nos pilló escalando y no pudimos continuar.
Era muy buena persona. Nos dejó a todos impactados porque conoces a
otros aventureros que tienen muchas más papeletas para no contarlo. Sin
embargo, Álvaro era una persona obsesionada con la seguridad y su muerte
nos impactó de forma tremenda, no la esperábamos.
- Usted, ¿cuántas veces ha llegado a temer por su vida?
- Varias. Esquivando avalanchas, en un naufragio en la Antártida, bajando un volcán en el Congo...
- ¿Miró a la muerte cara a cara?
- Esto suena muy dramático, pero sí. Alguna vez.
- ¿Qué no falta en su mochila?
- Un buen libro y un teléfono vía satélite para tranquilizar a mi madre y a mi familia.
- ¿Qué se tiene prohibido?
- Absolutamente nada.
- ¿En qué cree?
- En vivir la vida intensamente, en aprovecharla al máximo.
- ¿Qué es lo más hermoso que ha hecho en su vida?
- Llamar a mi padre desde la cima del Everest. Los dos nos pusimos a llorar.
- Se acerca a los 50. ¿Será un abuelo cebolleta con más cuento que Calleja?
- ¡Lo seré! Pero los cuentos de este Calleja serán reales.
- ¿Me cogí un día libre? ¡Nunca!
TÍTULO: EL OBJETO Y YO, UNA RENTRÉE DE LUJO,.
Con el cabeza de familia parado desde hace un año, imputado
por tres graves delitos de corrupción y pendiente de pagar junto con su
exsocio una fianza de ocho millones de euros... Con la vivienda
familiar (adquirida en pleno 'boom' inmobiliario) en venta y sin
comprador a la vista pese a que el precio ofrecido es ya inferior al de
compra y no cubre ni de lejos la inversión ni las obras de reforma
realizadas. Con cuatro hijos en edad escolar, y tirando únicamente de un
sueldo... Ante semejante panorama, cualquier familia se habría ido a
pique o, como mínimo, habría naufragado. No es el caso de los Urdangarin
Borbón. A ellos ese cúmulo de circunstancias adversas les ha cambiado
la vida. Pero podría decirse que, de momento, a mejor. Acaban de
instalarse en Ginebra, la segunda ciudad más grande de Suiza, país
considerado paraíso de los ricos, y ya han matriculado a sus hijos en un
colegio muy caro que figura entre los veinte mejores del mundo. La suya
va a ser una 'rentrée' de lujo.
Juan, Pablo, Miguel e Irene se echarán mañana lunes sus
mochilas escolares a la espalda para acudir a las aulas del Colegio
Internacional de Ginebra, más conocido como Ecolint. En ese exclusivo y
prestigioso centro estudiaron, entre otros ricos y famosos, el actor
Michael Douglas, perteneciente a la aristocracia de Hollywood, y la
multimillonaria heredera colombiana Tatiana Santo Domingo, que desde
ayer es la esposa de Andrea Casiraghi y, como tal, candidata a primera
dama del principado de Mónaco. Solo la matrícula cuesta más de 20.000
euros. Eso sí, por el tercer y cuarto hijo hay un descuento del 10% y
del 15% respectivamente, pero aún así es cuatro veces más de lo que los
Urdangarin pagaban en el Liceo de Barcelona. Claro que en Suiza los
niños estarán a salvo de posibles comentarios desagradables sobre su
progenitor. A la matrícula hay que añadir los costes del material
escolar, el transporte (en este caso, innecesario pues su nueva vivienda
está a quince minutos a pie del colegio), el comedor, las actividades
extraescolares...
La revista '¡Hola!' ha mostrado esta semana la fachada de
la nueva residencia de los nómadas Urdangarin, que en los últimos tres
años han vivido en tres países y dos continentes distintos. La infanta,
su marido y sus hijos se han instalado en un ático de un sobrio edificio
de piedra muy céntrico situado en el casco histórico de la ciudad; una
zona llena de comercios y restaurantes y con un parque cercano en el que
los niños ya han empezado a jugar con sus monopatines. Iñaki de momento
vivirá a caballo entre Barcelona, donde le espera un peliagudo proceso
judicial, y Suiza, país en el que, según algunos, espera encontrar
empleo en el campo de los seguros corporativos internacionales. Unas
fotos tomadas con teleobjetivo han captado al marido de la infanta
volviendo de hacer la compra con sus hijos. Es muy probable que estas
sean de las pocas imágenes que veamos de ellos de aquí a su regreso a
España en Navidad. Cristina desea mantener a los suyos alejados de los
focos y en Suiza existe una legislación sobre el derecho a la privacidad
muy restrictiva que puede hacerlo posible.
El ático no será el famoso 'palacete' de Pedralbes, pero
les servirá de refugio para escapar de la presión social y mediática que
han soportado el último año en Barcelona, un territorio neutral (Suiza
lo es por definición) donde curar las heridas y poner tierra de por
medio. Pero este pequeño paraíso tiene un precio muy alto. Suiza es el
país más caro de Europa. Y ya corren rumores de que la infanta recurrirá
al pluriempleo. Con un marido de momento sin trabajo, los gastos
correrán a cuenta de su sueldo en la Fundación la Caixa (unos 300.000
euros anuales), y de lo que perciba por su nueva colaboración en la
agencia de desarrollo Khan Development Network (AKDN), con sede en
Ginebra, propiedad del multimillonario Aga Khan, que es gran amigo del
Rey Juan Carlos. Y es que en el fondo los Urdangarin han hecho lo que
tantas familias españolas caídas en desgracia por culpa de la crisis:
recurrir a la familia y apoyarse en los amigos... Solo que en este caso
su desgracia no se debe exactamente a la crisis, su familia es la
Familia Real y sus amigos, los dueños de algunas de las mayores fortunas
del mundo.
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