A sus
25 años de edad ya regenta su propia empresa, en la que doma y enseña a montar a
caballo. Adrián Sánchez decidió embarcarse en ...
A sus 25 años de edad ya regenta su propia empresa, en la que doma y
enseña a montar a caballo. Adrián Sánchez-foto.- decidió embarcarse en un proyecto
personal (el Centro Hípico Las Viñas, en término municipal de Saucedilla, muy
cerca de Navalmoral de la Mata) después de dos años trabajando en una ganadería
de Murcia. Ha decidido ir poco a poco y, de momento, las cosas no le van mal.
-Usted ha iniciado un negocio, a pesar de la precariedad de la
economía...
-Sí. La verdad es que da miedo meterse, pero hay que hacerlo si
quieres trabajar y tener tu propia empresa. De momento voy invirtiendo poco a
poco, pues prefiero hacerlo así para ir creciendo poco a poco, sin necesidad de
meterme en bancos.
-¿De donde le viene la afición por el campo?
-Uffff... Desde siempre. Mi padre trabajaba como tractorista en una
finca de ganado, así que lo he vivido desde pequeño.
-A pesar de que podría haber trabajado en la finca, decidió
estudiar...
-Así es. Es que pienso que la formación es muy importante en todos
los sectores, y por supuesto también en este. Primero me fui al Centro de
Formación Agraria de Navalmoral para estudiar el módulo de hípica, y allí estuve
dos años. Luego hice las prácticas en una ganadería Murcia, Zamar. Finalmente
los dueños de la misma empresa me llamaron para que trabajara allí, donde
permanecí durante tres años.
-¿Por qué regresó?
-Finalmente tuve que volver por motivos personales. Fue entonces
cuando decidí montarme por mi cuenta. También podía haber buscado empleo en este
mismo campo, pero prefería estar en mi propio negocio.
-Hace dos años que abrió el centro Hípico Las Viñas. ¿Le afecta la
crisis?
-Hombre, siempre se nota, lo que pasa que los que además de la doma
nos dedicamos también a dar clases lo estamos llevando mejor. Ahora en marzo ha
bajado un poco la demanda, pero también se debe a la lluvia. La verdad es que no
puedo quejarme.
-Comenta que doma, da clases,...
-En mi centro doy clases a niños desde los cuatro años de edad hasta
los 15 ó 16, y también a adultos. Además domo caballos y organizo rutas por la
zona, con duraciones que oscilan entre solo unas pocas horas, un día entero o
varias jornadas. Por aquí la más popular es la que va hasta Guadalupe, que
supone un viaje de tres días. También voy a la finca La Chaparrera a preparar
yeguas para concursos morfológicos.
-¿Cuántos caballos tiene?
-Como señalaba anteriormente quiero ir poco a poco. Para dar las
clases tengo cuatro, más los que utilizamos cuando hacemos las rutas. No
obstante mi objetivo es ampliarlo, pero paso a paso, quiero hacerlo todo de
forma segura. Hasta la fecha todo lo he hecho por mi mismo, sin subvenciones. De
momento voy bien. Lo que más me ha costado a la hora de montar el negocio es que
te conozcan, algo que principalmente se hace a través del boca a boca, aunque
también estoy preparando unos folletos para repartir en los colegios.
-¿Resulta caro montar a caballo?
-Es como todo, puedes gastarte mucho o poco dinero. Pero alguien que
no quiera gastarse mucho puede adquirir un casco, pantalón de montar y botas por
unos 60 euros. Y luego si quieres aprender a montar. En mi caso dos días por
semana de clase cuestan 80 euros al mes.
-Antes incidía en la importancia de la formación. ¿Sigue en ello?
-Sí, por eso hice el módulo de hípica. Siempre hay que estar
formándose. De hecho procuro viajar dos o tres veces al año para hacer cursos
con el director técnico de la Escuela de Equitación de la real maestranza de
Caballería de Ronda, Enrique Cruces, que además es un gran jinete. Por otro lado
he de destacar la importancia de las prácticas en empresas, como las que hice
estando en el Centro de Formación Agraria. En las clases te enseñan la teoría y
como se hace el trabajo, digamos, ideal. Y luego en las prácticas aprendes más,
ves como es la realidad y el día a día de lo que has aprendido en clase.
TÍTULO: POESÍA PASIÓN,
Te quiero pasional hasta el delirio,
hasta que el último
resuello de la bestia
se vuelva resignada mansedumbre,.
Así, consciente de que
el límite del fuego es un rescoldo
donde ya no hay pasión sino ternura
en estado de gran felicidad,
me instalo en las caricias y deseo
que no se acabe nunca el magnetismo
de este fuego sin llama,.
Y te cubro de seda hasta quemisi
el peso de mis manos
estimule los potros de tu piel
y de nuevo la bestia nos exalte,.
Y nada más, amar,...
Amar hasta el desmayo,
hasta la muerte lenta del deseo,
hasta vaciar el corazón
del inclemente peso de la sangre,..
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