El inmovilismo de la religión y la esquiva esperanza de cambio, con el conflicto palestino al fondo. Así de ambiciosa es “Dispara, yo ya estoy ...

Mujer hoy. ¿Diría que ni árabes ni judíos están de acuerdo con la justificación que hace de cada bando en el conflicto palestino?
Julia Navarro. Este no es un libro histórico sobre el conflicto. Trato de reflexionar sobre cómo las circunstancias nos marcan. Es un libro muy orteguiano: al final, somos lo que somos en función de dónde hemos nacido, en qué época, en qué situación socioeconómica, en qué religión y, sobre todo, de las decisiones que otros toman y que nos vemos obligados a interpretar. Ese es el sentido que he querido dar a la novela.
P: ¿Por qué ha elegido un escenario tan complejo como Oriente Medio?
R: Era la forma de poder dibujar claramente la dificultad de la gente para romper con ese guión tan determinado con el que todos nacemos. No es una novela de tesis, insisto; no trato de analizar ni me interesa entrar en el conflicto palestino. Solo se trata de un telón de fondo.
P: Tan detallado y documentado, que protagoniza gran parte de la novela...
R: Entiendo que pueda haber quien lo vea así. Los libros son de quien los lee y a cada uno le puede decir una cosa distinta. Yo he intentado que el lector empatice con los personajes de una y otra familia, y creo que las trato a ambas con bastante ternura. No he querido hacer un libro de buenos y malos.
P: Su determinismo asusta... ¿Estamos irremediablemente abocados a ser una marioneta en manos de quienes toman las decisiones?
R: Sí, el libro tiene ese poso de desesperanza... Desde que nos hacemos mayores, todos luchamos por salir de las circunstancias. A veces lo podemos conseguir, pero no siempre; quizá la menor parte de las veces.
P: Habla de ternura... Creo que ha sido benévola al describir la situación de la mujer musulmana. No refleja las vejaciones, la desigualdad, el sometimiento al hombre... Las mujeres árabes de su libro no parecen reales: son mujeres liberadas que tratan de tú a tú a sus maridos e, incluso, los manipulan.
R: Es que tampoco he querido denunciar eso. Son mujeres dentro de unas familias que viven situaciones políticas distintas. En aquellos años, no había el elemento de fanatismo que hay hoy. La situación de las mujeres fuera de Europa y de EE.UU. es desgraciada: siguen siendo ciudadanas de segunda y de tercera; en algunos lugares ni siquiera son ciudadanas. Seré feminista mientras haya una mujer en el mundo que no esté en pie de igualdad con los hombres.
P: ¿Por qué decidió no aprovechar la novela para denunciar todo esto que describe?
R: Te repito que no quería hacer una novela de tesis. Cuento la historia de una familia por dentro. ¡Ojo! Hay muchas mujeres que en su entorno familiar pueden ser felices.
P: Es curioso que ellas sean tan fuertes y, sin embargo, esta sea una novela de hombres.
R: Sí, ha habido un cambio respecto a otras novelas mías donde las mujeres tomaban el mando. En esta ocasión, aunque las mujeres llevan las riendas de la familia, ellos son, sin duda, los protagonistas.
P: Una constante en su literatura es la presencia del fanatismo y del poder que ejercen las religiones sobre el individuo.
R: Es verdad, son elementos que siempre afloran porque me preocupan. Desde el principio de los tiempos, la religión forma parte de la idea humana de trascender, pero siempre me ha producido horror que haya sido motivo de separación y violencia, en vez de elemento de diálogo, unión y acercamiento. Me produce una zozobra enorme.
P: Aunque hay agnósticos, no es fácil vivir sin religión. El hombre necesita buscar a Dios.
R: El hombre siempre ha mirado hacia arriba y ha pensado que todo esto es fruto de algo que no ha alcanzado aún a entender. Las grandes preguntas siguen sin respuesta. El problema es no darse cuenta de la evolución de la sociedad e ir adaptando a ella esa idea de trascender. Soy creyente, pero me provocan horror las barbaridades que se comenten y se han cometido en su nombre.
P: Reconocerá que algunas religiones se han adaptado más que otras... En el siglo XXI, algunos aún lapidan a las mujeres por adulterio, no las dejan aprender a leer y las tachan de prostitutas por llevar el pelo suelto.
R: No miremos con superioridad otras religiones, porque la nuestra nos la saltamos a la torera y no cumplimos con la mayoría de sus preceptos. Si cogemos la letra pequeña de la religión católica es como para salir corriendo. No estamos para dar lecciones.
P: ¿No le parece perversa, antediluviana, la aplicación del Corán que hacen muchos?
R: A mí me parece antediluviano que una persona divorciada no pueda comulgar. Y me lo parece también que a los homosexuales se los trate como personas enfermas. Creo que todas las religiones deberían hacerse una puesta a punto en el siglo XXI. ¡Todas!
P: ¿Equipara esa prohibición de comulgar con lapidar a las mujeres o abrasarles la cara?
R: Es verdad que a nosotros nadie nos persigue por saltarnos las normas y que hay algunas religiones que tienen todavía unos elementos fanáticos y mucho más retrógrados que otras; pero, ¡vamos!, nadie puede dar lecciones a los demás. Es verdad que nosotros hemos evolucionado, “ma non troppo”. Lo único que sucede es que vivimos en sociedades en libertad y que no hay ningún país árabe en el que haya una democracia como la entendemos en Europa.
P: En ese sentido, la separación Iglesia-Estado es fundamental…
R: ¡Absolutamente! Europa es hija de la revolución francesa, y eso nos ha dado esa libertad para no vernos determinados por el peso de la religión, que en muchas ocasiones ha sido ominoso. Todavía recuerdo cuando las mujeres no se quitaban el velo. La sociedad española ha sido, hasta no hace tanto, una sociedad reprimida, por eso procuro no mirar a nadie por encima del hombro. Cada país ha tenido su propia evolución y todos somos hijos de las circunstancias que se nos han dado. Y, con esto, vuelvo a la idea que quiero transmitir en este libro sobre el poder de las circunstancias.
P: En Occidente, la religión es, sobre todo, cosa de mujeres. Por lo que refleja su novela, en Oriente parece que son ellas las que están dispuestas a saltarse ciertas normas por defender la amistad entre las dos familias; y son ellos, tanto musulmanes como judíos, los que se muestran más intransigentes.
R: Las mujeres son la argamasa en las relaciones familiares y establecen una complicidad entre ellas. En todas las sociedades, los hombres son más intransigentes mientras que nosotras estamos a pie de tierra y sabemos relativizar más que ellos. Ellos se mueven siempre en las grandes ideas, en los grandes conceptos, en las grandes palabras, y terminan siendo prisioneros de todo ello. Las mujeres tocamos más la realidad. Esto no es un tópico: somos capaces de empatizar más con el otro. Aún con una mujer de otra cultura, seguro que encuentras elementos en común que te permiten terminar estableciendo esa complicidad.
P: Pero existe esa leyenda que asegura que las mujeres en equipo se tiran de los pelos...
R: ¡Eso sí que es un tópico absoluto! ¡Hay que ver lo que son capaces de hacer ellos con tal de llegar! ¡Se llevan por delante lo que sea! Ya hay empresas muy de vanguardia y muy competitivas que son conscientes de la enorme virtud de las mujeres trabajando. Somos capaces de sacar lo mejor de nosotras mismas y de crear un buen clima. Ese tópico se está cayendo por su propio peso. Un colectivo de trabajo donde hay mujeres es mucho más dinámico, más imaginativo, más fácil de empatizar y va más adelante.
P: Lo que deja de ser un tópico es que las mujeres podemos hacer más cosas a la vez...
R: Absolutamente. Los hombres llevan en el ADN que son ellos los que han salido de casa para ganar el sustento y todo lo demás lo obvian. Si su hijo está enfermo, si su mujer esta preocupada, si su suegra tiene que ir al médico... Ellos van a trabajar cada mañana y se centran en su trabajo; pero nosotras vamos a trabajar y, además, nos ocupamos de que haya leche en la nevera y de felicitar a la suegra. Tienes que ser capaz de entrevistar a un ministro y estar al tanto de que haya algo en la nevera para la cena.
P: Pero esos hombres que dibuja han sido, a su vez, educados por mujeres.
R: Somos hijas de una cultura machista que hemos repetido a lo largo de los siglos. Afortunadamente, hace aguas y ya educamos de forma diferente. Para los jóvenes es inconcebible no colaborar ni compartir.
P: Con cada libro que publica, ¿perdemos un poco de la periodista y ganamos escritora?
R: Sigo manteniendo un pie en el periodismo, pero combinar las dos cosas es complicado. Los lectores quieren leer tus libros, no saber tu ideología. Al margen de eso, te diré que los primeros tres libros los hice intentando estar en los dos mundos y lo pagué en salud. Fue totalmente enloquecido. No me da el cuerpo para tanto. Este libro he tardado casi tres años en prepararlo y escribirlo.
P: De su etapa de periodista, ¿recuerda cómo lloró cuando se aprobó la Constitución?
R: Fue uno de los días más bonitos de mi vida profesional y personal. Es difícil olvidarlo.
P: ¿Hoy lloraría por otras cosas, aunque no de emoción precisamente?
R: [Risas] La política española actual no tiene nada que ver con la de aquella época... La Transición fue un momento germinal, duro y mágico a la vez, en el que se estaba construyendo algo nuevo. Hoy la situación es distinta: de una crisis general de valores.
P: Y también económica, inimaginable...
R: Antes, la política llevaba la batuta; ahora es la economía la que domina a la política. Desde que se ha revertido la situación, las cosas van mucho peor. La política de hoy está subordinada a los intereses de los grandes grupos de presión. Al capitalismo se le está yendo la mano tanto, tanto, tanto, que la gente va a decir ¡basta, basta, basta!
P: ¿No es complicado gobernar cuando dependemos de países con otros intereses?
R: Esta no es la Unión Europea que habíamos soñado. Hay una enorme decepción porque no era esto, no era esto, no era esto.
P: Ortega y Gasset, de nuevo.
R: [Risas] Sí. Las circunstancias nos obligan a representar un papel que no queremos.
P: ¿Ha podido dormir metida en tanta tragedia?
R: Este libro me ha dejado exhausta psicológicamente. Cuando lo terminé me sentía mal, me ha podido la historia, pese a que la tenía clara desde el principio.
P: Repite muchas veces “Morir o matar”. ¿Hay momentos en los que todos estaríamos dispuestos a matar?
R: Moriría por mi hijo o por la gente que quiero. Matar no creo, aunque habría que analizar la situación concreta.
P: Nunca hay sexo en sus libros... ¿Por pudor?
R: ¡Es que no me sale! [Sonríe]. Sé que está de moda el sexo en la literatura y siento decepcionar a los lectores si lo buscan en mis novelas. Al margen de que creo que es algo muy privado, la trama no me lo plantea porque lo que yo quiero contar es otra cosa.
P: Cinco novelas y, de momento, cuatro éxitos. ¿Le ha cogido el punto a los “best-sellers”?
R: No, con cada libro te la juegas y no doy nada por hecho. Nunca se sabe lo que va a pasar, nadie tiene garantizadas las ventas.
P: ¿Ni la que llaman “Dan Brown española”?
R: Eso lo dijeron con el primer libro, pero me quité inmediatamente el sambenito. Me horrorizaba. Aún así, no tenemos nada en común. No tenía ningún sentido.
P: Va a cumplir 60. ¿Le impresiona el cambio de decena?
R: No mucho. Envejecer es parte de la vida. Lo que sí me preocupa es la presión para parecer joven a toda costa porque es lo “guay”. Ser joven es tan maravilloso como transitorio. Muchas veces, con la excusa de apoyar a la juventud, las empresas despiden a un mayor para contratar a cuatro jóvenes y, encima, explotarlos.
P: O retiran a mujeres mayores porque físicamente ya no están tan de buen ver...
R: Esta es una de las cosas que más me irrita, aunque les está pasando también a los hombres. Parece que es obligado tener un aspecto juvenil y luchar contra la arruga. Pero no se puede pretender tener a los 60 la misma cara que a los 30.
P: Hay que luchar contra la arruga y los kilos para mantener un trabajo.
R: Es tremendo, absolutamente horroroso. No hay que luchar contra la báscula, salvo por salud. Si uno tiene un físico rellenito, tiene que estar rellenito. Es absurdo querer meterse en una talla 36-38 a los 50 años.
P: ¿Se ha reído mucho en la vida?
R: Sí, y por eso tengo muchas arrugas [Risas]. No pienso luchar contra ellas más allá de comprarme cremas en tarros cada vez más monos, sabiendo que no me van a devolver a los 30. Oiga mire, mis arrugas son el recuerdo de lo que he vivido, de lo que he llorado y de lo que me he reído.
TÍTULO: MIRAR HACIA OTRO LADO,.
INFORME DE LOS INSPECTORES DEL BANCO DE ESPAÑA
“La reacción ante los indicios de delito es mirar hacia otro lado”
La crisis financiera ha levantado escándalos de corrupción en algunas cajas de ahorros que han terminado en los tribunales. Los jueces investigan apropiaciones indebidas de varios ejecutivos, lo que ha provocado una gran indignación social, acentuada porque parte de las entidades han requerido ayudas públicas de muchos miles de millones, mientras el Estado recorta servicios básicos a los ciudadanos. No parece este el mejor ambiente para dar carpetazo a la actuación del Banco de España y a la revisión de sus sistemas de supervisión, que ha tenido fallos evidentes. La Asociación de Inspectores del Banco de España denuncia en un informe la actitud del supervisor ante las malas prácticas. “La forma habitual de reacción ante los indicios de delito es mirar hacia otro lado”, proclama una frase del último punto del documento.Europa reclamó en el Memorándum de Entendimiento “una revisión interna formal” de los métodos de supervisión “a fin de detectar deficiencias e introducir las mejoras precisas”.
El nuevo gobernador, Luis Linde, anunció en julio pasado que abriría una comisión para analizar los errores de supervisión y proponer mejoras. Ángel Luis López Roa, consejero de la institución, elabora el informe que se cerrará en breve. El subgobernador, Fernando Restoy, consultó la situación con los inspectores, en un gesto de acercamiento para romper más de diez años de fuertes enfrentamientos. La Asociación de Inspectores, que agrupa al más del 80% de estos profesionales, valoró positivamente la buena disposición de la jerarquía y entregó un informe con 30 puntos. En ellos recogen mejoras en la supervisión y fuertes críticas a la actuación de años anteriores.
En el último punto, titulado “Comunicación al poder judicial de los indicios de delitos detectados”, se afirma: “La forma habitual de reacción ante los indicios de delito es mirar hacia otro lado”. Los inspectores agregan que “en el trabajo de la inspección aparece con relativa frecuencia indicios de conductas que pudiera ser delictivas”.
Sin embargo, los inspectores admiten que como su labor principal es la detección de problemas de solvencia y de gestión de las entidades financieras, y por “la dificultad de probar conductas complejas”, “no se trabaja activamente en la persecución del delito. Basta con preguntar el número de comunicaciones de delitos realizados desde el Banco de España hacia el poder judicial”. Entre 2010 y 2011 solo hubo propuestas de sanción administrativa en CCM y Cajasur. El año pasado sí hubo comunicaciones a jueces sobre la CAM y Banco de Valencia.
Fuentes oficiales del Banco de España no han querido comentar el informe. También lo ha rechazado el entorno del anterior equipo gestor, dirigido por Miguel Fernández Ordóñez.
La propuesta de los inspectores para acabar con esta situación es “establecer un procedimiento para la comunicación jerárquica de los indicios de delito. Dar formación en materia penal a los inspectores y crear un grupo de inspección especializado en investigación de delitos”.
Fuentes financieras, conocedoras del funcionamiento interno del supervisor, dudaron de que existiera una ocultación sistemática de indicios de delitos en el Banco de España. En su opinión, los procesos de investigación de entidades pasan por muchas manos (los inspectores, el jefe de grupo, la dirección general), que exigiría grandes complicidades para tapar los indicios.
Los autores del informe apuntan que no se refieren solo a delitos multimillonarios: “Nuestra propia labor, velar por la solvencia, deja zonas grises de actuación. Por ejemplo, al examinar unas cuentas se puede encontrar préstamos a una empresa ruinosa que levantan sospechas de que alguien pueda beneficiarse en última instancia. O sueldos disparatados que rozan la apropiación indebida o el desfalco. Pero, ¿es nuestra labor investigar eso? No tenemos formación para ello. Además, la cantidad de un crédito sospechoso puede que no afecte a la solvencia de la entidad por lo que queda fuera de nuestro trabajo. Lo que queremos es que existan sistemas automatizados para denunciar estos asuntos”.
Entre los inspectores destacan el hecho de que solo en las entidades intervenidas se han encontrado indicios de delito. “¿Ninguna otra tenía trapos sucios?”, se preguntan. Sin embargo, en el Banco de España se considera que hasta que no se logra el control total de una entidad no se conocen sus verdaderas irregularidades.
Ejecutivos financieros consultados que han exigido el anonimato, consideran que si los inspectores investigaran todos estos asuntos se solaparían con las labores de la fiscalía. También señalan que la acusación realizada en el informe es de enorme gravedad “porque no denunciar indicios de delito es un delito. Si conocen casos reales, deberían haberlos enviado a la fiscalía. De lo contrario, pueden ser hasta colaboradores”.
Además, se recuerda que las decisiones de enviar o no los indicios encontrados en una entidad “es una decisión colegiada de la comisión ejecutiva del Banco de España. Los actuales miembros son los mismos que en la época Ordóñez, salvo el director general de supervisión, Jerónimo Martínez Tello, el subgobernador y el gobernador”.
En otro apartado del informe, los inspectores piden “reducir la influencia” de los bancos “y de los políticos” para evitar “la captura del supervisor, el sentimiento de arbitrar para casa” y la fuga de ejecutivos del Banco de España a las entidades.
Su acusación es un golpe duro sobre una de las claves de esta crisis: “La influencia de la industria ha modulado la actual supervisión, de modo que con un supuesto buen clima de diálogo entre supervisor y supervisado, se ha relajado la aplicación de medidas correctivas sobre las deficiencias observadas por los inspectores”. Para evitar dudas, concluyen: “En la resolución de la crisis se ha actuado de un modo excesivamente suave con relación a infracciones que podrían considerarse como tipificadas de muy graves y que afectan a la solvencia y a la gestión; se ha sido laxo en la política de remuneraciones estratosféricas de gestores de entidades (particularmente en cajas, muchas de las cuales han acabado parcial o totalmente nacionalizadas) o en situaciones como las de Alfredo Sáez y otros directivos condenados penalmente”.
En su opinión, la falta de ejecutivos expertos en riesgos financieros en la cúpula del Banco de España ha facilitado que se comentan errores graves y la injerencia. “Se ha actuado de un modo condescendiente con la mala gestión”, apuntan. En uno de los textos a pie de página afirman que en 2010, el supervisor rebajó las provisiones exigidas “básicamente para salvar la cuenta de resultados de alguna entidad”. Ningún inspector cita casos concretos, pero 2010 fue un año especialmente complejo para Bankia, clave en la crisis financiera española.
Una sospechosa salida a Bolsa
El caso Bankia no tuvo su origen en una información del Banco de España, sino en una querella de UPyD —respaldada por la Fiscalía Anticorrupción—, que el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, asumió investigar en julio pasado. Andreu solicitó al organismo supervisor que remitiera los documentos de la inspección desde enero de 2011, el plan de saneamiento que presentó el entonces presidente de la entidad, Rodrigo Rato, poco antes de su dimisión, en mayo, y los informes relativos a las retribuciones de consejeros y directivos.El juez imputa a 34 antiguos miembros de los consejos de administración de Bankia y su matriz (BFA), entre ellos Rato y José Luis Olivas (expresidente de Bancaja) supuestos delitos de falsedad en las cuentas, administración desleal en la gestión de la entidad y en las remuneraciones y manipulación para alterar el precio de las cosas.
Anticorrupción ha encargado un informe pericial a los inspectores del Banco de España, a los que pidió que rastreen posibles “artificios contables” en la salida a Bolsa de Bankia, en las remuneraciones, en los préstamos a partidos y sindicatos, y en las cuentas de 2010 y 2011.
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