lunes, 2 de septiembre de 2013

El Gran Hermano de los datos,./ En verano, ¡a Invernalia! TELEVISIÓN,.


El libro «Big data. La revolución de los datos masivos» recorre las profundidades de un fenómeno que permitiría predecir epidemias o ...
 
Unos y ceros. Un ingente torrente de números que cada día se cruzan a velocidades de vértigo en esa coctelera que bebe de los acaudalados cauces de la informática, las redes sociales, los «smartphones» y demás protagonistas de una inapelable revolución digital que hace tiempo que tutea a su vetusta homóloga industrial.
Una cosecha de datos que se ha multiplicado en los dos últimos años –se calcula que entre el 80% y el 90% se han recogido desde 2011– que una vez seleccionado el mejor grano ha permitido, entre otras cosas, a ingenieros de Google predecir en tiempo real el avance del virus H1N1 gracias a los términos que muchos de los que acaban infectados buscaban al sentir los primeros síntomas. Unas herramientas que permitió a la ciudad de Ámsterdam aumentar la llegada de visitantes o al excandidato a la Casa Blanca Mitt Romney conocer a que iglesia acudían sus potenciales votantes.
«Ninguna esfera de la sociedad quedará intacta», afirma Viktor Mayer-Schönberger, profesor de regulación y gestión de internet en la Universidad de Oxford y autor de «Big data. La revolución de los datos masivos» (Turner). Este ensayo que ahora se traduce al español, en cuya elaboración también ha participado un gurú de la talla Kenneth Curtier –editor de datos del semanario «The Economist»–, recorre las entrañas de un fenómeno del que, a pesar de nutrirse del rastro que dejan millones y millones de usuarios en internet, pocos conocen su alcance.
La consultora IDC dice que la información digital que existe a día de hoy ocuparía, a ojo de buen cubero, 250 trillones de DVD. Un simple cigoto al que todavía le queda mucho de gestación. En 2012, se hablaba ya de 2,8 zettabytes. En 2020, estos podrían llegar a 40.000 exabytes (40 billones de gygabytes). Política, administración pública, turismo, sanidad, educación, banca y seguros, deportes… Todo lo susceptible de medirse por datos «cambiará en esta nueva era».
«Los ayuntamientos podrán aprender cuándo y cómo se utilizan las infraestructuras de la ciudad, mejorando desde el alcantarillado de calles y escuelas hasta el encendido del alumbrado público», aclara. «En el campo de la salud, –continúa– dará paso a la medicina personalizada pudiendo obtener la dosis correcta de un fármaco para el metabolismo de cada persona y no como a día de hoy».
«Los teléfonos inteligentes han ayudado mucho», explica. «Ello se debe a que son plataformas con muchos sensores que recopilan gran información», añade haciendo referencia a servicios de geolocalización como Foursquare, que recientemente podría haber despertado el interés inversor de Microsoft.
«Sin embargo, el ser humano trabaja desde hace mucho tiempo con estos métodos. El capitán Maury, en el siglo XIX, empleó millones de datos de libros de navegación de la Armada así como de barcos comerciales de EE.UU. y con la ayuda de un centenar de personas que él llamó 'ordenadores' consiguió predecir con acierto los vientos y las corrientes marinas», cuenta el autor, quien destaca que actualmente empresas como Google, Facebook, IBM o Amazon logran una gran fiabilidad gracias a estas recetas.

La privacidad

La explosión de estas herramientas ha creado lagunas e inseguridades, la mayoría de ellas relativas a la intimidad. «Si no quieres que se sepa, mejor que no estés haciéndolo», sugirió en su momento Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Mountain View. «Tenemos que ser conscientes de los lados oscuros y protegernos antes de que sea tarde», opina Mayer-Schönberger, quien asegura que la privacidad «en absoluto» está muerta en internet, aunque si requiere de una «actualización» de herramientas para protegerla.
Pero este «Gran Hermano» no queda solo en el ámbito privado. Edward Snowden, un exempleado de la CIA, puso en jaque a la Administración Obama al desvelar que el tío Sam había urdido una campaña de espionaje digital, resucitando el fantasma de la Policía Mental que Orwell describió en «1884». «El programa PRISM demuestra que gobiernos como el de EE.UU. entienden la importancia de los datos masivos y estas predicciones. Pero también demuestra que hay que poner salvaguardas para proteger la esencia de la humanidad», agrega.

TÍTULO; En verano, ¡a Invernalia! TELEVISIÓN,.

Las series de televisión han multiplicado el interés turístico de las ciudades donde se rodaron. Irlanda del Norte ha recaudado 76 millones gracias a 'Juego de tronos'

En verano, ¡a Invernalia!En una de las mesas del restaurante Holsten's, de Nueva Jersey, cuelga el cartel de reservado cada noche sin excepción, siempre a nombre de un tal Tony Soprano. Aunque hace tiempo que nadie la usa y que el barrio de Bloomfield, donde se encuentra el local, no es precisamente turístico, su sola presencia y su fama atraen regularmente a miles de visitantes. Tantos que a veces tienen que estar de pie, aunque haya siempre una mesa vacía.
No es una excentricidad, es turismo motivado por las series de televisión. Monumentos de la cultura popular como esta mesa en la que se rodó la última escena de 'Los Soprano'. Donde desde el pasado 19 de junio los fans del fallecido James Gandolfini (sí, Tony Soprano) acudieron a rendirle tributo. Son pocos los que visitan Nueva Jersey sin pasar por Holsten's.
Por supuesto, estos reclamos no pasan desapercibidos para las agencias de viaje y gobiernos regionales. Las autoridades de Irlanda del Norte, escenario del épico combate entre Brienne de Tarth y Jaime Lannister en 'Juego de Tronos' (Antena 3 y Canal+), aseguran haber ingresado 76 millones de euros gracias a los turistas que ha atraído la serie de televisión.
Por este motivo van a poner en marcha una muestra temática por la que esperan recibir 20.000 visitantes. O el 'tour' que organiza el operador Viator, con visitas guiadas por los lugares en los que se rodó la ficción de la cadena estadounidense HBO y que van desde la ciudad croata de Dubrovnik (Desembarco del Rey), Irlanda (Invernalia), a Marruecos (Qarth).
Basta que un edificio sea el escenario principal en una serie para que al verano siguiente se llene de curiosos y japoneses con cámaras. Justo lo que sucedió con el Castillo de Highclere en Newby (Inglaterra), que pasó de ser la tranquila residencia de los condes de Carnarvon a convertirse en uno de los lugares favoritos para celebrar bodas del Reino Unido gracias a 'Downton Abbey' (Antena 3), donde es conocido como Mansión Crawley en la ficción.
Incluso zonas escasamente turísticas como Albuquerque en Nuevo México, localización de 'Breaking bad' (La Sexta), se han visto beneficiadas por el boom 'seriéfilo'. Y eso pese a que al principio sus habitantes se quejaban de que la serie solo mostraba una imagen negativa del narcotráfico en su ciudad.
Pero se rindieron ante los numerosos fans que preguntaban una y otra vez por la casa de Walter White o por el restaurante 'Los Pollos Hermanos', y decidieron que, en vez de oponerse, lo mejor era aprovechar el tirón e instauraron el 16 de marzo como el día de 'Breaking bad'. Los resultados, una ocupación hotelera total.
Un Springfield real
Y si no existe se crea. Aunque Springfield, hogar de 'Los Simpson' (Antena 3), es uno de los nombres de ciudad que más se repite en Estados Unidos (casi todos los estados tienen uno) el de verdad se ha construido en el parque temático de Universal Studios de Orlando (Florida). De todos los que existen será el único en contar con un 'Bar de Moe', un 'Krustyburger' o un 'Badulaque'. Abrió sus puertas a principios de este mes y sus dueños esperan arrebatar el liderazgo al cercano Disneyworld.
Pero sin duda, la reina del turismo de series es Nueva York. 'Seinfield', 'Friends', 'Sexo en Nueva York', 'Cómo conocí a vuestra madre'... La lista es tan larga que es imposible enumerarla de memoria. Gracias a la tele no hace falta visitar la Gran Manzana para conocer su trazado. Casi sin saberlo, ya hemos visitado sus calles y las tiendas y locales más emblemáticos.

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