La rodilla izquierda de Ricky Rubio chocó con la de un
mito viviente, Kobe Bryant, el 9 de marzo. La acción parecía tan inocua
que nadie se percató en ese momento de sus agrias consecuencias. El
fenómeno de El Masnou se sentó sobre el parqué para agarrarse la
articulación y poco después salía de la cancha a la sillita de la reina,
en andas de dos compañeros. Diagnóstico desolador: rotura de
ligamentos, stop brusco a una temporada inaugural excitante y dudas.
Siempre quedaba la sospecha de cómo retornaría el genio catalán tras un
percance tan grave. Ha sido un embarazo deportivo doliente, pleno de
sufrimiento silencioso, reposo al principio y mucho trabajo en la
trastienda después. Pero el parto ha merecido la pena. La madre
baloncesto ha vuelto a alumbrar al ilusionista que Ricky lleva dentro.
No hay un jugador español, y la nómina ya es larga, con
semejante impacto súbito en la NBA. Ni siquiera Pau Gasol, el mejor de
todos los tiempos, tardó lo mismo que la distancia entre el relámpago y
el trueno en maravillar a la NBA. El pívot de Sant Boi eligió la senda
de la media cocción para triunfar sin tapujos. El creador formado en la
Penya llegó y abrazó el santo sin demoras que valiesen. Era lo que la
afición de Minneapolis llevaba esperando desde la época gloriosa de
Kevin Garnett. La marcha del ‘cuatro’ a Boston inició la decadencia de
los Timberwolves, que renacen con el completísimo ala-pívot Kevin Love y
el embrujo que Rubio aplica a una pelota esclava de sus caprichos.
Gente al campo
Los seguidores de Minnesota entronizaron a Ricky desde el
mismo momento en el que le vieron sacar conejos de la chistera, léase
asistencias de otro mundo, pases sorprendentes. Basta un dato para
comprender hasta qué punto el base de El Masnou ha ingresado en la
iconografía del club. En cuanto la franquicia anunció su vuelta para el
16 de diciembre vendió casi 1.300 entradas que completaron el aforo del
Target Center. No solo tiene enamorada a la grada, también ha
conquistado el corazón de la prensa. Días antes del retorno, un
periodista le preguntaba si se sentía dispuesto a conducir al equipo
hasta las eliminatorias por el título. Implícitamente, el entrevistador
otorgaba el bastón de los Wolves a un chico con apenas cuarenta partidos
en la NBA. Una cuestión solo apta para la estirpe de los elegidos.
El baloncesto es una modalidad preciosa y completa, que
aúna físico, técnica, estrategia, fortaleza mental, ritmo trepidante y
la emoción de los marcadores parejos. Pero requiere, además, a jugadores
que lleven gente a los campos. Rubio, indiscutiblemente, pertenece a
ese género por el que el público se siente dispuesto a pagar una
entrada. En Minneapolis lo saben bien, como se demostró la noche de su
regreso por el arco del triunfo. No hacía falta ver ciertas imágenes.
Mientras la cámara enfocaba a los diez hombres sobre la pista, un rumor
propio de la mar bravía alcanzaba el parqué procedente de las tribunas.
Fue escuchar el tumulto y pinchar el plano fijo del base español,
sentado a la espera del cambio. La secuencia siguiente mostró a hinchas
entusiastas, jóvenes vestidos con la camiseta del 9 y gente talluda que
se enrojecía las palmas de tanto aplaudir.
TÍTULO: CAMBIAR EL BORDADO PERO NO LA ILUSIÓN,.
Las historias de Carlos y José son similares.
Desde pequeños, ambos destacaron por su afición al mundo del toro, algo
que hizo que pronto ...
Las historias de Carlos y José son similares. Desde
pequeños, ambos destacaron por su afición al mundo del toro, algo que
hizo que pronto decidieran dedicar a ello sus vidas. Se inscribieron en
la Escuela Taurina de Badajoz y comenzaron a formarse con el objetivo de
llegar a ser figuras del toreo.
Clases a las órdenes de Luis Reina y 'Antoñete',
entrenamientos, deporte... Llegaron las primeras novilladas, vividas
siempre con la gran ilusión, por lo que suponía para ellos vestir de
luces, hacer el paseíllo, recoger el cariño de la afición, triunfar en
el ruedo y subir un escalón más cada día hacia su meta.
Sin embargo, las cosas no siempre salen como se desean.
Los compromisos se fueron reduciendo, el objetivo cada día se veía más
borroso y el debut con picadores no llegaba. Fueron momentos duros para
ambos y los dos tomaron una valiente decisión: cambiar el oro por plata y
comenzar a prepararse ahora con la ilusión de llegar a ser grandes
banderilleros.
Carlos María (Badajoz, 1992) y José Núñez 'El Pilo'
(Badajoz, 1988) han completado en 2012 su primera temporada como toreros
de plata. Una campaña de la que ambos hacen un balance positivo y
agradecen con cariño el apoyo de la Escuela Taurina de Badajoz en estos
primeros compases de sus carreras como banderilleros, pues han
acompañado a muchos novilleros como hasta hace poco iban con ellos.
Carlos María valora de manera positiva esta primera
temporada. Reconoce que ha sido un cambio duro, pues tuvo lugar en un
momento complicado a nivel personal pues no se veía profesional, pero a
pesar de todo ha sido esperanzador porque las once novilladas que ha
toreado le animan a continuar.
Dieciséis han sido los compromisos que ha sumado 'El
Pilo', que apunta además que en esta primera temporada no le conocían
como banderillero pero han apostado y confiado en él, algo que le hace
muy feliz. El joven de Badajoz explica que decidió cambiar el oro por la
plata tras pasar una temporada entera sin torear. Fue un año muy
complicado en el que no dejó de pensar qué podría hacer. No podía tirar
la toalla tras dedicar toda su vida al toro y era duro cambiar el chip,
pero decidió tomar la decisión de la que ahora tanto se alegra.
La primera novillada de 'El Pilo' fue en mayo, en Los
Santos de Maimona, un festejo que vivió con mucha presión al ser su
primera tarde y con la esperanza de que todo saliese bien.
Talarrubias fue el escenario de la primera becerrada de
Carlos María. «Fue un día feliz y muy duro a la vez porque ya no era el
protagonista, no era yo el que cogía la muleta. Estaba en un segundo
plano, haciendo todo lo posible por ayudar al novillero que muchas veces
han sido compañeros en la Escuela», asevera el pacense, que afirma que
el subalterno no solo tiene que poner un buen par de banderillas o pegar
un buen capotazo, sino ser un respaldo y un apoyo para el torero. «Es
duro estar toreando en una plaza, mirar al burladero y ver a una persona
que no conoces de nada», sentencia.
En 2011 Carlos María toreó en la plaza de Badajoz, en un
festejo de la Feria de San Juan con compañeros de la Escuela Taurina.
Estuvo cuatro años como novillero sin picadores pero su carrera no
terminaba de tomar el rumbo que él quería y decidió, con humildad y
modestia, que su tiempo había terminado. Nunca se ha arrepentido de
cambiar el oro por la plaza sobre todo porque le reconforta lo que hace y
tiene el reconocimiento profesional que en la última etapa como
novillero le faltó.
'El Pilo' optó por hacerse tercero, una decisión que cree
acertada porque es la salida más viable para él. «Todos mis compañeros
me lo dicen», resalta. En su caso no solo no ha perdido la ilusión, sino
que ahora tiene más que antes y entrena mucho por lo «feliz y
orgulloso» que está del cambio. De hecho esta temporada el matador de
toros Ambel Posada contó con él para acompañarle en el festival que
toreó en una plaza portátil instalada en el barrio pacense de Las
Vaguadas.
Junto a ese compromiso, otro de los más importantes de la
actual temporada para 'El Pilo' tuvo lugar en el Coso de Pardaleras.
«Con solo recordar ese día se me ponen los vellos de punta», apostilla.
De novillero no tuvo la oportunidad de torear en la plaza de su ciudad y
este año ha podido cumplir su sueño como banderillero.
A 2013 le piden...
«Que la Escuela Taurina apostase por mí en mi tercera
tarde como torero de plata fue muy importante. Fue un orgullo muy grande
para mí», se sincera José Núñez 'El Pilo' que en la actualidad se
dedica en exclusiva al mundo del toro. En el futuro espera poder torear
más y a 2013 le pide continuar como mínimo como hasta ahora y a ser
posible sumar más compromisos.
Por su parte Carlos María espera que su trayectoria sea
ascendente. «He toreado poco pero he dejado buenas sensaciones y espero
que el próximo año aumenten los festejos y pueda dar mucho más de mí. Sé
que va a ser así», indica convencido. A sus compañeros les ha
sorprendido la facilidad que ha tenido para cambiar el chip y pasar de
novillero a banderillero en apenas unos meses. «Me dicen que tengo
cualidades para seguir en esto», puntualiza.
De momento, Carlos María y 'El Pilo' acuden con
frecuencia a entrenar juntos a la parque 'Tres Arroyos' donde se reúnen
con otros banderilleros y también con novilleros. «Hay un buen ambiente
entre los profesionales y unos tiramos de otros. Si alguno no quiere ir a
entrenar, otros le animan y eso ayuda y da el apoyo moral y profesional
necesario. Somos amigos no solo compañeros porque convivimos cada día
y nos ayudamos mucho», describe Carlos María.
Quién sabe si dentro de poco, además de entrenamientos,
compartan cuadrillas y tardes de triunfos por toda la geografía
nacional...
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