Hay que beber para recordar y comer para olvidar», decía Pepe Carvalho. Aquel plebeyo que degustaba Chablís cuentan que nació de una ...
Mezclados y agitados', un exquisito libro de anécdotas y cócteles de escritores y novelas
«Hay que beber para recordar y comer para olvidar», decía
Pepe Carvalho. Aquel plebeyo que degustaba Chablís cuentan que nació de
una noche de juerga, de una apuesta en la que Manuel Vázquez Montalbán
afirmó, entre copas, ser capaz de escribir una novela policiaca en 15
días. Medio mes más tarde estaba lista 'Tatuaje'. La relación entre
literatura y bebida es, a menudo, más que fructífera. Engañaba Lázaro al
ciego para robarle unos tragos, se emborrachaba Holly Golightly a la
caza del multimillonario y Joseph Roth se convertía en santo y bebedor
en aquel París de entreguerras.
Ahora, Antonio Jiménez Morato se fija en esos cócteles
que en algún momento inspiraron a los escritores en 'Mezclados y
agitados', un libro «que tiene una concepción de menú, de carta de
degustación», afirma su autor. Fue 'El Capitán' de pisco y vermut de
Mirko Lauer el primer trago de este libro ebrio de curiosidades, ese
'shot' que sirve como muestra a los editores. «No por nada en
particular, sino porque estaba yo por esos días leyendo sus novelas
'Secretos inútiles', 'Órbitas. Tertulias' y 'Tapen la tumba'. Son obras
donde aparece mucho el alcohol en general y la coctelería en particular.
Además, encontré la atinadísima descripción de los tipos de camarero
según el modo en que roben a la clientela, algo que he incluido en el
libro», explica Jiménez Morato.
El calimocho de Fogwill
Así, de trago en trago y de autor en autor, se hilan los
episodios de un libro en el que no podían faltar el Gimlet de Raymond
Chandler, el cóctel de champán de Saul Bellow o el Papa Doble de
Hemingway. Quizás por esa sofisticación que se les supone a los cócteles
choca encontrarse junto a estos al callejero calimocho, pero este
combinado, amén de ser parte fundamental de un relato de Rodolfo Enrique
Fogwill, cuenta con un curioso origen.
El autor de 'Los pichiciegos' «no podía no saber de algo
si le interesaba lo más mínimo». «Quizás era un resabio de sus años como
sociólogo, de su labor como consultor de grandes empresas, pero él lo
sabía todo, un saber enciclopédico y profundo. Por eso no me extrañaría
que, cuando escribió 'Muchacha punk' él mismo identificara el origen del
cóctel. Porque era así. Hay una precisión en su mirada única: un punk
bebe calimocho, el calimocho tiene un determinado origen y eso aparece
en su texto», comenta Jiménez Morato.
«Pedí otra botella de Chianti y dos de Coke», dice en su
relato. Y en esa primera lectura ya encuentra el lector esa evidente
referencia al origen del que hablamos, ya que el calimocho se dice que
nació en la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas americanas que
avanzaban hacia el norte por Italia comenzaron a mezclar vinos de la
tierra con cola para así facilitar su intendencia.
No siempre es el escritor un hombre aficionado a la
bebida, aunque en sus relatos esta sea una constante. De hecho, los
libros de Mario Vargas Llosa están repletos de cócteles y bares,
mientras que él es tenido por un hombre austero. En realidad, desde 'el
Juanito el Andador' de 'La fiesta del Chivo' a los bares de Pantaleón y
sus visitadoras todos sirven para reflejar la sociedad lo más fielmente
posible. Y así, de iglesia en iglesia, llegamos a su 'Conversación en La
Catedral', donde uno de sus personajes degusta un chilcano, la estrella
de la coctelería andina: pisco puro mezclado con zumo de lima,
Angostura y ginger ale.
Con todo, resulta imposible pensar en el Nobel peruano
comulgando con la forma de trabajar de otro Nobel, William Faulkner, que
llegó a decir: «Mi propia experiencia me ha enseñado que los
instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un
poco de whisky». No es difícil imaginar que, en cierta ocasión, al ser
preguntado por su traductor al francés, Maurice Edgar Coindreau, sobre
el significado de ciertos pasajes de sus textos, el escritor
respondiera: «No tengo ni la más remota idea de lo que quería decir.
Verás, acostumbro a escribir de noche y tengo siempre mi whisky a mano. Y
muchas veces a la mañana siguiente ni yo consigo recordar todas las
ideas que he tenido». Como este otros genios, como Truman Capote o Edgar
Allan Poe, fueron capaces de no ahogar su talento en alcohol, a pesar
de beberse sus éxitos cada día.
TÍTULO: EN LA PARROQUIA DE DON PIERO, LAS MUJERES PROVOCAN,.
La Iglesia italiana se ha visto inmersa en
una nueva polémica, esta vez de marcado carácter sexista. El párroco de
San Terenzo de Lerici, ..
La Iglesia italiana se ha visto inmersa en una nueva
polémica, esta vez de marcado carácter sexista. El párroco de San
Terenzo de Lerici, un municipio situado en la provincia de La Spezia, al
noroeste del país, ha provocado un auténtico incendio social al afirmar
por escrito en una carta dirigida a la feligresía que las mujeres son
en parte culpables de la violencia machista que padecen. «Hagamos un
examen de conciencia», se dirige a ellas en su misiva, que a renglón
seguido concluye: «tal vez nos lo hayamos buscado». Asociaciones de
mujeres han pedido al primer ministro, Mario Monti y al mismísimo Papa
que destituya al sacerdote porque, según dicen, sus palabras «instigan a
la violencia». Las voces en contra del religioso han sido tantas, y de
tanto peso, que la Iglesia se ha visto forzada a mediar en el asunto y,
de entrada, ha pedido al cura que se tome «algunos días de vacaciones
después del estrés que ha sufrido».
El escándalo estalló cuando el padre Piero Corsi colgó en
el tablón de anuncios de su parroquia un cartel titulado 'Donne e il
femminicidio' ('Las mujeres y el crimen machista'), un texto con el que,
según su autor, se pretendía hacer una «sana crítica» de la cuestión,
más cuando a menudo «una prensa fanática y desviada» culpabiliza al
hombre de la situación. El cura se pregunta en su análisis si es posible
que «de una sola tacada todos los hombres» hayan enloquecido y se
responde tajante que no. El problema, acusa Don Piero, es que las
mujeres, «cada vez provocan más, se vuelven arrogantes, se creen
autosuficientes y acaban por exasperar las tensiones».
Con «vestidos ceñidos»
«Niños abandonados, casas sucias, comidas frías,
compradas en tiendas de comidas rápidas, ropas mugrientas... Si una
familia acaba en el desastre y se llega al delito, una forma de
violencia que hay que condenar y castigar con firmeza, muchas veces la
responsabilidad es compartida», acusa el líder de la parroquia de San
Terenzo. «¡Cuántas veces vemos a muchachas y señoras maduras caminar por
la calle con vestidos provocadores y ceñidos! ¡Cuántas traiciones se
consuman en los lugares de trabajo, en los gimnasios y en los cines!
Podrían evitarse, ya que desatan los peores instintos y después se llega
a la violencia o al abuso sexual».
El texto desató las iras de los parroquianos y tardó poco
en propalarse por toda Italia. Las asociaciones de mujeres se han
puesto en pie de guerra. «Pedimos a las máximas autoridades civiles y
religiosas que ordenen la retirada inmediata del texto, que consideramos
una «gravísima ofensa para la dignidad de la mujer», demandó la
presidenta de la organización Teléfono Rosa, Maria Gabriella Carnieri
Moscatelli. Según Efe, la líder feminista aseguró que este mensaje
«instiga a la violencia contra la mujer, porque ofrece motivos inauditos
para justificar actos criminales».
En Italia, una mujer es asesinada cada dos días. Los
homicidios se han reducido un tercio en los últimos 20 años, pero en
2010 fueron 156. La violencia machista se ha llevado la vida de otras 98
este año. «La mayoría los cometieron maridos y compañeros
sentimentales», recordó Carnieri Moscatelli.
La senadora del Partido Demócrata (PD) Roberta Pinotti
afirmó que las palabras del sacerdote merecen «una condena muy dura». Su
análisis del problema, resumió, resulta inaceptable
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