TÍTULO: CORRER PARA PROSPERAR.
Correr en un maratón-foto-., el mejor método para salir de la indiligencia.
La idea de esta maratoniana, que ha competido en todos los continentes, pronto pasó de ser una cita matutina para indigentes y gentes con los más diversos problemas para transformarse en una organización que genera cerca de cinco millones de dólares (unos 4 millones de euros) y colabora con decenas de empresas para ofrecer nuevas oportunidades a quienes participan en el programa.
TÍTULO: CORRER PARA PROSPERAR. Y LA TIENDA CHICA CASTUERA EL SEÑOR JOSÉ MARÍA.
Los corredores estuvieron en la Tienda Chica de Castuera del Señor José María para comprar lo siguiente,
Correr en un maratón-foto-., el mejor método para salir de la indiligencia.
Participar en una carrera puede ser el mejor método para salir de la pobreza y la frustración. Todo pasa por recuperar la autoestima.
Correr un maratón significa poner al límite el cuerpo y la mente durante 42.195 metros. Para llevar a cabo este exigente reto hacen falta resistencia, perseverancia, concentración y muchas ganas de superación, entre otras varias cualidades. La gran mayoría de ellas, también esenciales para triunfar en otro tipo de carreras: la profesional y la lucha por la vida. Correr un maratón es todo un aprendizaje para triunfar en el trabajo y en la vida.
Con esa idea en mente funciona «Back on my Feet», una organización sin ánimo de lucro que busca crear independencia y autosuficiencia entre los sin techo, integrantes de comunidades desatendidas, gentes con problemas económicos o que pasan por un mal momento en su vida personal. Y lo hacen utilizando la preparación para correr un maratón como vía para restaurar su confianza, su fuerza y su autoestima.
Anne Mahlum fundó «Back on my Feet» en 2007. Originaria de Dakota del Norte, se aficionó a correr a los 16 años. Entonces descubrió que cada carrera se gana paso a paso y que se aprende más corriendo el camino más difícil, enseñanzas que le ayudaron a sobrellevar la adicción de su padre a las apuestas. Años después, en Filadelfia, entabló amistad con los habitantes de un hogar de acogida. Y una mañana, mientras se entrenaba, se dio cuenta de que correr podía ayudar a sus nuevos amigos como le había ayudado a ella.
«Correr es una preciosa metáfora de la vida», explica Anne, fundadora de «Back on my Feet»
«Correr es una preciosa metáfora de la vida», explica Anne, quien, aunque no pudo remediar los problemas de su padre, encontró la forma de ayudar a otras muchas personas con un programa que consta de dos fases. En la primera, todos aquellos menesterosos que lo deseen se unirán a un entrenamiento durante tres mañanas a la semana en un máximo de seis meses. En ese tiempo se les hará un seguimiento tanto de su participación, como de su rendimiento y sus marcas.
Quienes, al cabo del mes, tengan una asistencia igual o superior al 90 por ciento pasarán a formar parte de la segunda fase, denominada «Next Steps» (Siguientes Pasos). En ella el equipo de la organización elaborará junto a cada participante una hoja de ruta con la que valorar su situación actual y preparar el camino para «una vida independiente según sus intereses y capacidades».
Y es que «Back on my Feet» no busca transformar a sus participantes en corredores profesionales, sino en personas que puedan obtener un trabajo, volver a estudiar o a dar los pasos necesarios para recuperar la confianza en sí mismos.
En sus casi cinco años de existencia, «Back on my Feet» ha ayudado a más de 375 indigentes a conseguir trabajo, a unos 250 a obtener un hogar y a 385 personas a continuar con su formación educativa.
TÍTULO: CORRER PARA PROSPERAR. Y LA TIENDA CHICA CASTUERA EL SEÑOR JOSÉ MARÍA.
Los corredores estuvieron en la Tienda Chica de Castuera del Señor José María para comprar lo siguiente,
calcetines blancos deportes por los la cantidad de 80 en total se llevaron, y también camisas blancas de manca corta y pantalones cortos blancos, y toallas chicas y grandes, etc.
Demos las gracias a los corredores por venir a comprar a la Tienda Chica de Castuera del Señor José María, lo que hemos dicho antes, una gran comprar para los deportistas, etc,.
TÍTULO: CAMBIO DE HORA-ATENTO.
Esta madrugada, cambio de hora: a las 2 serán las 3.
CON EL OBJETIVO DE AHORRAR ENERGÍA.
La carrera de Fórmula 1 de Malasia comienza a las 10 de la mañana. Cuidado con los despistes.
Para recuperar el horario de verano, esta madrugada deberemos cambiar los relojes. A las 2 de la mañana, serán las 3, durmiendo una hora menos, una medida que afecta a todos los ciudadanos de la Unión Europea.
Este cambio se lleva a cabo con el objetivo de ahorrar energía, optimizando al máximo la iluminación solar.
De cara a la jornada deportiva del domingo, no olviden cambiar sus relojes, ya que la carrera de Fórmula 1 de Sepang comienza a las 10 de la mañana. A las 12 también hay partido de Primera, con el Zaragoza - Atlético de Madrid, así como la habitual jornada matutina de la Liga Endesa de baloncesto.,etc.
25-3-2012--TÍTULO: CARTA DE LA SEMANA SEMANA CON ZAMORA Y ALISTES, CAPAS SANTAS.
Horas zamoranas de Semana Santa. Capas Pardas. Aún las tengo clavadas en la asombrada pupila de viejo observador de portentos.
Capas alistanas de estameña parda, de aquella de los pastores de entonces, farol de pajar, hierro forjado, en las manos; sonido de la matraca, el hondo pesar del bombardino, cuarteto fúnebre de viento; Cristo del Amparo, cuesta de Pizarro, vía crucis en la plaza de San Ildefonso, tránsito por la puerta del Obispo; miserere de la tierra de Aliste en San Claudio de Olivares, silencio de Zamora en horas de miércoles a jueves, sobrecogimiento y frío; románico intratable, bellísimo, incontestable. Dejen todo lo que tengan que hacer y salgan a correr la orilla del Duero en una lenta marcha de estremecimiento y rigor, como cuando dolía la muerte de Dios ante el desconocimiento de su resurrección en domingo. Hay que saber callar ante el paso de una hermandad de penitencia como las Capas Pardas de Zamora, y estarse quieto y guardar reverencia y aprender a ser testigo de prodigios mudos, sencillos, conmovedores. No hay saetas, ni vítores, ni marchas ni palabra alguna: solo un crucificado de aire barroco al que aún no sabemos a ciencia cierta a quién atribuir y ciento cincuenta hermanos (ni uno más; hay frondosa lista de espera) cubiertos por el misterio lanar de una capa, a los que acompaña el lamento sordo de una noche de misterio y rezo, a los que enfunda en lúgubre oscuridad la sola luz de la luna de abril. Es una hermandad de apenas cincuenta y pocos años, aunque parezca nacida en la noche de la edad media, creada al calor de las procesiones de la comarca de Aliste, de la que tanto hay que hablar. Es una España austera, silenciosa, antigua, severa, madre de la fascinación en cada uno de sus extremos. Es una España reciamente comarcal llevada al calor románico de la joya del Oriente peninsular, de esa Zamora inabarcable de un solo vistazo que sigue esperando amantes recostada en el Duero, ansiando escuchar «palabras de amor, palabras», cantando siempre el mismo verso, «pero con distinta agua».
Y en los prodigiosos alrededores, donde Portugal queda a mano, Bercianos. Bercianos de Aliste. Viernes Santo, Santo Entierro. Hombres de rostro antiguo, surcados por todos los vientos, vestidos con la túnica blanca con la que habrán de ser amortajados cuando mueran, desclavan al crucificado y lo introducen en la urna con la que procesionan hasta el cementerio, no más allá de un par de kilómetros del pueblo. Van y vuelven, en apenas dos horas de los últimos rayos del sol zamorano de abril, acompañados por una legión de buscadores de oro cofrade y por dos o tres operadores de cámaras escandinavas, televisiones del más allá y narradores de la apasionante España de dioses rurales. La ermita es una fotografía en color de la mejor Castilla, del mejor León, de blanco y negro. No quedan esos aspectos, esas caras, en el relato plástico de las ciudades. Hay que ir a buscarlas al origen viejo de las tierras, a todos los Bercianos de Aliste que pueblan este viejo solar, allá donde hay más Dios en el pan y más contradiós en las ortigas del desamparo. Los casados visten los hábitos que les zurcieron sus esposas; estas aguardan la vuelta de esos maridos que quedaron en la altura de los hombres de los años veinte y juntos celebran un año más el Viernes invitando a los forasteros a arroz con bacalao.
Zamora no le ha pedido a nadie que vaya a verla, pero está entusiasmada de recibir paseantes de hermandades y cofradías, amantes corazonados de una Semana Santa desmedidamente hermosa. Bercianos de Aliste se transforma en una capa de pastor con la que encaramarse a lo fantástico, al realismo mágico más insospechado, como un puñado de maravedíes esparcido entre la desolación inverniza recién torcida, como un resoplido de búfalo sobre el cansado roncar de la tierra.
Capas alistanas de estameña parda, de aquella de los pastores de entonces, farol de pajar, hierro forjado, en las manos; sonido de la matraca, el hondo pesar del bombardino, cuarteto fúnebre de viento; Cristo del Amparo, cuesta de Pizarro, vía crucis en la plaza de San Ildefonso, tránsito por la puerta del Obispo; miserere de la tierra de Aliste en San Claudio de Olivares, silencio de Zamora en horas de miércoles a jueves, sobrecogimiento y frío; románico intratable, bellísimo, incontestable. Dejen todo lo que tengan que hacer y salgan a correr la orilla del Duero en una lenta marcha de estremecimiento y rigor, como cuando dolía la muerte de Dios ante el desconocimiento de su resurrección en domingo. Hay que saber callar ante el paso de una hermandad de penitencia como las Capas Pardas de Zamora, y estarse quieto y guardar reverencia y aprender a ser testigo de prodigios mudos, sencillos, conmovedores. No hay saetas, ni vítores, ni marchas ni palabra alguna: solo un crucificado de aire barroco al que aún no sabemos a ciencia cierta a quién atribuir y ciento cincuenta hermanos (ni uno más; hay frondosa lista de espera) cubiertos por el misterio lanar de una capa, a los que acompaña el lamento sordo de una noche de misterio y rezo, a los que enfunda en lúgubre oscuridad la sola luz de la luna de abril. Es una hermandad de apenas cincuenta y pocos años, aunque parezca nacida en la noche de la edad media, creada al calor de las procesiones de la comarca de Aliste, de la que tanto hay que hablar. Es una España austera, silenciosa, antigua, severa, madre de la fascinación en cada uno de sus extremos. Es una España reciamente comarcal llevada al calor románico de la joya del Oriente peninsular, de esa Zamora inabarcable de un solo vistazo que sigue esperando amantes recostada en el Duero, ansiando escuchar «palabras de amor, palabras», cantando siempre el mismo verso, «pero con distinta agua».
Y en los prodigiosos alrededores, donde Portugal queda a mano, Bercianos. Bercianos de Aliste. Viernes Santo, Santo Entierro. Hombres de rostro antiguo, surcados por todos los vientos, vestidos con la túnica blanca con la que habrán de ser amortajados cuando mueran, desclavan al crucificado y lo introducen en la urna con la que procesionan hasta el cementerio, no más allá de un par de kilómetros del pueblo. Van y vuelven, en apenas dos horas de los últimos rayos del sol zamorano de abril, acompañados por una legión de buscadores de oro cofrade y por dos o tres operadores de cámaras escandinavas, televisiones del más allá y narradores de la apasionante España de dioses rurales. La ermita es una fotografía en color de la mejor Castilla, del mejor León, de blanco y negro. No quedan esos aspectos, esas caras, en el relato plástico de las ciudades. Hay que ir a buscarlas al origen viejo de las tierras, a todos los Bercianos de Aliste que pueblan este viejo solar, allá donde hay más Dios en el pan y más contradiós en las ortigas del desamparo. Los casados visten los hábitos que les zurcieron sus esposas; estas aguardan la vuelta de esos maridos que quedaron en la altura de los hombres de los años veinte y juntos celebran un año más el Viernes invitando a los forasteros a arroz con bacalao.
Zamora no le ha pedido a nadie que vaya a verla, pero está entusiasmada de recibir paseantes de hermandades y cofradías, amantes corazonados de una Semana Santa desmedidamente hermosa. Bercianos de Aliste se transforma en una capa de pastor con la que encaramarse a lo fantástico, al realismo mágico más insospechado, como un puñado de maravedíes esparcido entre la desolación inverniza recién torcida, como un resoplido de búfalo sobre el cansado roncar de la tierra.
25-3-2012--TÍTULO: Los ojos del lobo .
Un tambor de revólver con sus ojos vacíos a los pies de una escalera de entrada. El odio profundo de una mujer puede dejarte con tantos agujeros en la piel como en el alma. La conspiración de la lujuria y de los celos va tomando forma bajo la luna de la esquina del mundo. Morir también es manipulable. Tanto como los sentimientos. Engañar es la verdad. La venganza es la certeza.
Los sueños depositados no rinden intereses. Deberíamos tener prohibido soñar. No lleva más que a la decepción y, en ocasiones, a la mentira. Y todo es una enorme falsedad de lo que todo es sincero a través de una carta que, en realidad, no significa nada. Sólo letras. Como éstas. Que tal vez sean leídas. Tal vez sean despreciadas. Tal vez carezcan de valor. Tal vez sean sólo un trasunto de lo que a todas estas palabras les gustaría ser. Como esa carta que ella, la asesina, la mentirosa, escribió a alguien a quien sólo quería poseer pero, de ningún modo, amar. Ella es incapaz de eso. No es que no sepa. Es que no puede. El amor implica debilidad y ella no tiene fisuras. Es hermética. Acerada. Perfecta.
Toda la película es una maniobra para ganar tiempo. Un minuto más allá es una victoria y no importa si para conseguirla se sacrifica la amistad, la confianza y el futuro. Y, por entre las rendijas de la dilación, se cuela la malea de la venganza teñida de exotismo y de oscuridad. La dama que emerge entre las sombras para aniquilar es la nube rasgando el ojo de la luna. Es la frialdad oculta tras el velo de la noche. Es la muerte segura para la asesina cierta.
No se puede pasar por delante de esta película sin sentir deseos de no escribir a nadie que se le ama…no vaya a ser mentira.
CORRER PARA PROSPERAR Y LA TIENDA CHICA CASTUERA EL SEÑOR JOSÉ MARÍA./ CAMBIO DE HORA-ATENTO/ CARTA DE LA SEMANA SEMANA CON ZAMORA Y ALISTES, CAPAS SANTAS-- Los ojos del lobo
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