TÍTULO: El Sancho Panza de Cupertino,.
Estreno cinematográfico
El biopic sobre Jobs que se estrena
hoy en EE UU reserva un notable hueco para Wozniak, el gran olvidado de
la fundación de Apple
Las leyendas engrandecen a unos, humillan a otros y en más
de una ocasión condenan al ostracismo a protagonistas indispensables de
la hazaña que relatan. No son pocos los que al evocar, por ejemplo, el
pulso de acero y la puntería de Guillermo Tell olvidan que quien acabó
sujetando la manzana sobre su cabeza fue su hijo. Con el desaparecido
Steve Jobs pasa lo mismo. El mediático gobierno que ejerció en Apple
configuró una poderosa imagen pública a caballo entre la realidad y la
epopeya empresarial.
Su historia personal y los últimos éxitos de la factoría de
Cupertino apartaron los focos de Steve Wozniak, un imprescindible de la
fundación de Apple y en los primeros ingenios que se crearon bajo ese
sello. Por ello no sería entendible que el libreto del 'biopic' sobre
Steve Jobs que se estrena hoy en Estados Unidos -el próximo 20 de
septiembre llegará a España- no reservase un importante hueco para este
ingeniero de Santa Clara.
Como toda película que disecciona la figura de un mito,
'Jobs' está especialmente expuesta al ojo clínico de los fanáticos. Tuvo
una cálida acogida en su presentación durante la pasada edición del
festival de Sundance, especialmente por la elección como protagonista de
un más que evocador Asthon Kuchner, que ha confesado que incluso llegó a
imitar las manías alimentarias del empresario. Sin embargo, en la que
se suponía una noche tranquila se coló un dardo que sorprendió a propios
y extraños: el de Wozniak. «Las personalidades están mal
representadas», aclaró, dejándose ver algo incómodo sobre un brillante
discurso que recibe en la película de su socio, cuando, según sus
palabras, es él en realidad quien lo pronuncia.
No es la primera vez que el también apodado como 'Mago de
Woz' reclama públicamente su cuota de protagonismo ante el torrente de
elogios que recibía su socio. Fuera de Apple desde 1985 -nunca quedaron
claros los motivos de su marcha-, hace ocho años terminó de escribir el
libro 'iWoz', del que Jobs rechazó ser prologuista. En él recoge un
pequeño cónclave de diestros informáticos en 1975, de donde surgió el
boceto del ordenador que daría paso al 'Apple I': «Hay historias que
dicen que Steve (Jobs) y yo montamos juntos esos equipos. Lo hice yo
solo».
Este asunto volvió a revivir cuando se lanzó, allá por
junio, el primer tráiler de la película. Wozniak, más satisfecho con la
interpretación de Josh Gad -el actor que le da vida-, explicó entonces
que Jobs de joven «no era un santo» y criticó que se le recuerde
únicamente como el «hombre bueno que ahora reconocemos y que lideró la
creación de otros productos tan magníficos». Sin embargo, afirmó que en
su primera etapa en la empresa, antes de su sonara expulsión, fue «una
de las personas clave que condujo a Apple de fracaso en fracaso».
En primera línea
Con aires muchos menos quijotescos que los de Jobs, este
hijo de inmigrantes europeos con aspecto de oso es ahora un inversor y
tecnológo que se prodiga en eventos especializados del gremio, como la
Campus Party que inauguró en Valencia en 2010. Fan de la exitosa serie
'Big Bang Theory' -con la que llora de risa, según confesó-, siempre
evitó los puestos de dirección y optó por el trabajo en primera línea
mientras estuvo en la nómina de Apple.
De carácter introvertido, nunca dudó en elogiar a la
competencia. Mientras la biografía de Walter Isaacson recogía que Jobs
estaba dispuesto a emprender «una guerra termonuclear» contra Android
por considerarlo un producto robado, a 'Woz' no se le caían los anillos
al destacar las posibilidades del sistema operativo de Mountain View y
su tecnología de reconomiento de voz. Tampoco dudó en decir que
Microsoft, con lanzamientos como Windows 8 o la tableta Surface, había
adelantado a Apple. Unas declaraciones que sorprenden más aún si se
tiene en cuenta que el Sancho Panza de Cupertino se pasó la noche en
vela haciendo cola en su día para conseguir un iPad o un iPhone.
En cambio, tras conocer el fallcimiento de Jobs, describió
su relación como «afortunada» pese haber sido fría en los últimos años.
«Casi siempre que discutíamos sobre qué deberíamos hacer en la compañía
él estaba en lo cierto», dijo a la BBC. «Tenía un excepcional cerebro
empresarial».
¿Imaginan poder elegir en el menú del día un plato de la
antigua Roma? ¿Degustar una salsa como hicieran hace 2.000 años los
emperadores de una de las civilizaciones más trascendentes de la
historia? No es ciencia ficción, sino el resultado del trabajo y el
empeño de un grupo de investigadores españoles que permitirá viajar en
el tiempo culinariamente hablando gracias a la arqueología gastronómica.
Y es que un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz junto
con el Instituto de Tecnología de los Alimentos han logrado reproducir
'Flor de garum', una salsa de gran calidad solo para las clases más
altas de la sociedad romana.
Roma ha legado a la humanidad sus infraestructuras,
admiradas por miles de personas cada año. También su Derecho impregna el
espíritu de numerosas leyes que rigen en occidente. Y por su puesto el
latín, de donde derivan numerosas lenguas como el castellano. Pero, ¿qué
hay de su gastronomía? Evidentemente hay abundante información sobre
los alimentos de la dieta romana. Sin embargo, gracias a unos
investigadores españoles ahora es posible probar comida genuinamente
romana. Y lo que es más impactante. Si su proyecto sale adelante, es
posible que pronto pueda comercializarse para todos los públicos que
estén interesados en paladear un poco de historia.
Tan increíble proyecto comenzó cuando los arqueólogos
coordinados por el profesor titular del departamento de Historia,
Geografía y Filosofía de la Universidad de Cádiz, Darío Bernal, se
desplazaron a Pompeya. Y es que la malograda ciudad víctima del Vesubio
conserva restos orgánicos de alimentos debido a las cenizas volcánicas
que cubre su superficie. En concreto, los investigadores se dirigieron a
los restos de una tienda de la ciudad. «Era la única que sabíamos que
vendía pescado», asegura Bernal. En una de las tinajas del local
hallaron restos de pescados. Al estudiarlo con detenimiento descubrieron
que en realidad eran parte de una salsa de pescado realizada con
boquerones, es decir, de garum.
Esta salsa era muy popular en la época romana y servía de
condimento a numerosos platos. «Se metían en sal los restos no cárnicos
de los pescados, es decir, las vísceras, donde se dejaban macerar unas
tres semanas. Después se prensaba hasta obtener una especie de papilla»,
explica Bernal. El último paso era licuarlo.
Había distintos tipos de esta salsa, que variaba en función
del tiempo de maduración. Las más caras podían estar hasta cuatro años y
eran demandadas por las clases más pudientes. «En tiempos del emperador
Diocleciano (siglo III), su precio era superior al de los perfumes»,
asegura Bernal. Precisamente los cuantiosos textos clásicos con
referencias a esta receta y el minucioso análisis químico de los restos
localizados en Pompeya permitieron al equipo del Instituto de Tecnología
de los Alimentos, dirigidos por el profesor Víctor Palacios, reproducir
fielmente la fabricación de este condimento.
Comercialización
Había distintas salsas en función del pescado usado. Uno de
los más apreciados era el atún, pero también los boquerones, caballa o
jureles eran propicios para su elaboración. El sur de España era uno de
los puntos donde mejor se preparaba esta salsa. Y es que como reconoce
el profesor Bernal, el garum de Cádiz «era afamado».
«Es una salsa con sabor a mar que viene muy bien para
condimentar la ensalada o también el pescado», asegura el investigador.
Según estos expertos el garum se complementa perfectamente con arroces,
pescados, carnes y frutas. Los romanos lo utilizaban como condimento y
potenciador de sabor, pero también tenía facultades terapéuticas.
Aunque la gran incógnita sigue ahí. ¿Tendrá cabida una
receta de hace 2.000 años en pleno siglo XXI? «Funciona magníficamente
con pescados blancos, azules y mariscos. Potencia la comida, por ser
ligeramente salado y llevar especias», explica Bernal. Tanta confianza
tienen que van a comenzar una campaña para ir presentándolo a cocineros.
El objetivo es lograr financiación suficiente y lograr que los primeros
tarros salgan al mercado a principios del 2014. Quizás entonces el
gallum recupere su lugar en la mesa más de un milenio después.
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