El espectáculo para el turista es sin duda atractivo, y eso que pueden asaltarle en algún momento las dudas sobre si es ético que niños tan ...
Algunos de estos pequeños de Bima
(Indonesia) que montan a pelo solo tienen 8 años. Parecen felices.
Cuando ganan, su familia recibe 75 euros y dos vacas. Eso sí, pueden
faltar a la escuela ¡hasta dos meses! para entrenar
El espectáculo para el turista es sin duda atractivo, y
eso que pueden asaltarle en algún momento las dudas sobre si es ético
que niños tan pequeños se jueguen el tipo montando caballos a pelo y al
galope y con la única protección de una máscara y un casco. Compiten por
un premio que ayude a sus familias, así que también resulta interesante
para la economía local, cómo no. Los niños de Bima, en la isla de
Sumbawa, en Indonesia, llevan generaciones y generaciones entregándose
en cuerpo y alma a perpetuar esta tradición cuando termina la temporada
del arroz.
Los críos empiezan a montar a caballo a los 5 años.
Asegura Hajji Sukri, uno de los responsables de la organización de estas
carreras, que ninguno ha muerto y que tampoco ha habido heridos graves.
Que todos son jinetes muy hábiles. Claro que sí. Beawiharta, el
fotógrafo de la agencia Reuters que ha captado estas imágenes, también
quedó impactado por el 'show'. En el blog donde escribe pensamientos
para acompañar sus fotos, comienza preguntándose si estos niños «no son
demasiado jóvenes para correr así». Al contemplarlos felices cuando
concluye la carrera, limpiando amorosos sus caballos en las aguas de la
cercana playa de Kilaki, confiesa que él nunca dejaría a sus hijos
montar de ese modo, pero entiende que los chavales aquí «son diferentes.
Conocen estos caballos desde que eran jóvenes y son como amigos».
Durante la prueba, un pequeño se cae del animal y muerde
el polvo del circuito oval de Panda, de 1.400 metros de longitud, muy
cerca de Bima, la capital. Su padre salta de entre los espectadores,
acude a recogerlo y se lo lleva. El niño llora, claro, porque a pesar de
que los animales son de una raza de pequeñas dimensiones típica de la
zona (1,20 metros de altura), la velocidad aumenta la fuerza de la
caída. Sarifudin es otro de esos críos. Tiene 8 años y está nervioso
antes de comenzar. Sabe que si gana puede llevarse 75 euros y dos vacas
para su familia. Para él, vale con la gloria. Al final, queda tercero. Y
está agotado, confiesa.
Las carreras duran once días. Once días que los niños
faltan a la escuela. Casi siempre más, porque antes hay que entrenar y
después, descansar y celebrar si se ha ganado. Irwansyah es un taxista
que asiste a la competición. «Está bien para haberse caído», afirma al
ver al pequeño. «Pero mi preocupación es que deberían estar en la
escuela, no en las carreras de caballos». Mohammad Endiansyah, al que
llaman simplemente Endi, lleva dos meses sin ir a clase con el único
objetivo de prepararse a fondo para este acontecimiento, participando
además en otras pruebas. Los que apuestan están con él porque, a sus 11
años, es un experimentado jinete que ha hecho ganar a su familia más de
mil euros.
«Un caballo es un amigo»
Desarrollo Compatible es una ONG fundada por el abogado
español Carlos Ferrándiz que ha puesto en marcha en la isla de Sumbawa
-la misma donde Endi monta a caballo en vez de ir a clase- el Proyecto
Harapan, que, entre otras cosas, está construyendo una escuela en una
aldea. En la ONG achacan a la actual crisis económica que afecta a
Indonesia el que miles de menores hayan dejado el colegio para ganarse
la vida. «El trabajo infantil es uno de los principales problemas de
Indonesia (250 millones de habitantes); al menos 2,3 millones de niños
de 10 a 14 años y 3,8 millones de 15 a 18 años trabajan para ayudar a
sus familias», lamenta.
La tasa de alfabetización en la República de Indonesia se
sitúa en un elevado 91%, pero, a pesar de eso, el fracaso escolar llega
al 50%, es decir, que la mitad de los críos abandonan la enseñanza
básica, que dura seis años y está poco prestigiada. En Sumbawa (millón y
medio de habitantes), pese a estar tan cerca de la visitada isla de
Bali, no han aprendido a explotar su oferta turística, que podría ayudar
a salir de la extrema pobreza en la que la mayoría vive allí, explican
en Desarrollo Compatible. Así que los niños de Bima son un ejemplo, y
no el más grave, de los muchos chavales que están inmersos en tareas que
no les corresponden: pastoreo, agricultura, auxiliares en pequeños
comercios, limpiabotas...
A Endi, el jinete por el que todos apuestan, el que se ha
fumado dos meses de clase con el consentimiento de su familia -sin duda
necesitada del dinero que gana el crío-, le gustaría ser policía cuando
se haga mayor: «O si no, jockey profesional. Un caballo es como un
amigo, me he caído, he estado enfermo, he llorado, pero nunca me ha
pisado uno».
El fotógrafo que ha hecho posible este reportaje reconoce
que los niños retratados «están a gusto con los caballos». Pero
respondiéndose a la primera pregunta que se hacía en el blog, concluye:
«Sí, para mí son todavía demasiado jóvenes para correr».
TÍTULO: REPARTÍA PAQUETES EN BICICLETA POR 600 PESETAS AL MES, JUAN DIEGO ACTOR,.
Juan Diego (Ruiz Moreno), uno de los actores
andaluces más reconocidos y de más extensa y exitosa trayectoria
profesional, hace un hueco en su apretada agenda para concedernos una
breve, pero interesante entrevista. El sábado 18 de abril estará en el
malagueño Teatro de Cervantes, para recoger el Premio Málaga del 12ª Festival de Málaga de Cine Español.
Un premio que dice recibir con alegría, porque es de un importante
festival y de la ciudad que más ha visitado de España, después de Sevilla.
AC- ¿Sabe cuántos premios ha recibido a lo largo de su carrera, sumando el Premio Málaga? ¿Lleva la cuenta o ya la ha perdido?
Juan Diego- No, no, porque es un lío; son muchos años, cincuenta, cincuenta y algo, no sé, ya he perdido la cuenta.
AC- Y el Premio Málaga, ¿qué significa para usted?
Juan Diego- Creo que me lo he trabajado a muerte, y que por eso me lo han dado. Es una gran alegría, porque he ido a Málaga yo qué sé cuántas veces. Málaga, aparte de Sevilla,
es la ciudad de España que más he visitado, porque tengo allí muchos
amigos y amigas, y tengo allí también a mi hijo, y también está el
Festival de Cine Español, al que he ido…, creo que a partir del año
2000, casi todos los años. Fui con Smoking Room, cuando me dieron la
Biznaga de Plata al Mejor Actor; desde el 2004 he ido todos los años.
En el 2006 me dieron dos premios de interpretación de Málaga; también
he ido al festival como miembro del jurado; y ahora voy porque me dan
el “Málaga”. De manera que puedo decir que el que la sigue, la
consigue. Y es un premio de la importancia de ese festival, que está
abriendo puertas al cine español, a películas que de otra forma no
podrían estrenarse. Además, es un premio del festival y también de la
ciudad.
AC- ¿Qué significa para usted ser andaluz?
Juan Diego-
Como para un vasco ser vasco, para un madrileño ser madrileño. Creo que
el sentimiento de la tierra es algo innato, forma parte como del árbol
que crece en ese sitio adecuado, y te sientes con tus raíces. Y es una
alegría, porque sabes que la tierra siempre está ahí, como refugio,
como lugar de reencuentro.
AC- Si antes de nacer le hubieran dado la posibilidad de elegir un lugar de nacimiento, ¿hubiera sido Bormujos?
Juan Diego-
Hombre, claro, faltaría más. Yo supongo que nadie, sería un tonto,
reniega de su tierra; a no ser que le hayan hecho mucho daño, le hayan
causado mucho dolor. Me siento muy orgulloso y estoy encantado de haber
nacido en Bormujos. Sería otro ser humano diferente al que soy, si no
hubiera tenido esa infancia con esa gente, esos amigos, esos
atardeceres, con mis padres, con mi familia; sería otro Juan Diego. A
lo mejor sería Juan, Juanito. Hubiera sido otra persona, ciertamente.
AC- ¿Se siente profeta en tu tierra?
Juan Diego- No,
profeta no. Los profetas eran unos señores que escribían y que hacían
cosas que estaban bien o mal. Salvo cuatro, los demás son unos señores
que enrevesan la historia, unos la cuentan bien y otros, mal. Pero,
bueno, yo soy de los que cuentan bien la historia de mi pueblo, de
Andalucía. Pero no tengo la necesidad de sentirme profeta. Creo que
profeta es cualquiera. Hay muchos profetas. Estás ahí, te valoran, y
cuando lo haces bien o lo haces mal te lo dicen. Y a los profetas no
hay nadie que les enmiende la página.
AC- De Andalucía, ¿qué lugares recomendaría a nuestros internautas como destino turístico?
Juan Diego- Yo
recomiendo que cojan un mapa de Andalucía y allí donde se pare el dedo,
que se vayan, que seguro que allí encuentran Andalucía.
AC- Y de la gastronomía andaluza, ¿qué platos son los preferidos de Juan Diego?
Juan Diego- Para mí, el gazpacho, que sé que es un tópico, y el cocido de berza, con su morcillita, su pringá y la verdura.
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