Juan Ibánez y Damián Mollá, Trancas y Barrancas, reparten estopa con los invitados de 'El Hormiguero'.
Alias 'Cigarro'. Su carrera ha estado ligada a la de 'Ajenjo'. Incluso forman parte del mismo grupo de música, El hombre linterna. :: ANTENA 3
-foto--Juan Ibánez y Damián Mollá, Trancas y Barrancas, reparten estopa con los invitados de 'El Hormiguero'.
«Eros Ramazzotti no se enteraba»
Cada noche este par de pillos se enfundan una hormiga de
felpa (Trancas, Barrancas y la nueva Petancas) en la mano como si fuera
un revólver y no hay invitado que se les resista. Juan Ibáñez y Damián
Mollá (Madrid, 1980) son los reyes de la respuesta rápida y del humor
absurdo desde que se conocieron en la Universidad, y de ahí al
estrellato de la mano de Pablo Motos. Esta temporada además se han
empeñado en que todos parezcamos 'culturetas'. Quieren enseñarnos datos
curiosos para parecer más cultos sin serlo, «aunque alguno cueste mucho
confirmarlo».
- Cuando se les ocurrió lo de los 'culturetas', ¿pensaban en alguien en concreto?
- Juan: Estábamos pensando en todo el mundo, en esas
situaciones en las que no conoces a toda la gente y siempre hay alguien
que da un dato absurdo: «¿Sabéis que las tartas en la Edad Media se
usaban para torturar a enanos?'». Es la necesidad que tiene la gente de
destacar en ciertas situaciones. A Pablo (Motos) le encanta apostar a
que los datos que damos no son verdad y hemos ganado mucho dinero a su
costa.
- O sea que los datos son ciertos.
- Damián: Se intenta que todos sean reales, aunque alguno
cuesta mucho confirmarlo. Si te digo que la hembra del pulpo tiene la
vagina en la nariz y el macho tiene nueve penes, esto lo pone en sitios
de animales. aunque no he conocido a ningún pulpo que tenga la vagina en
la nariz.
- ¿De dónde sacan fuerza para hacer reír esos días en los que cuesta más?
- Juan: Fingiendo (risas), lo bueno es que como somos muchos no se nota cuando uno está de bajón. Nos cubrimos.
- Damián: Fingir como una perra, pero también el directo ayuda a que se te pasen las tristezas y las enfermedades.
- ¿Ya tenían experiencia con las marionetas?
- Damián: Bueno, empezamos en el Retiro haciendo de marionetistas con los niños.
- Juan: (Risas) ¡No, es mentira! Nunca habíamos hecho
nada con marionetas, a parte de las que tiene todo el mundo de pequeño.
La de Caperucita, el lobo y el leñador. ¿A qué tú también las tenías?
- Claro que sí.
- Damián: A mí me jodía mucho porque tenía solo dos
enanitos y me faltaban los otros cinco. Si quieres hacerte con todo
Blancanieves hay que invertir mucho.
- ¿Cómo se conocieron este par de individuos?
- Juan: En la universidad, estábamos en segundo de
carrera. Nos hicimos amiguetes dibujando en la mesa, porque íbamos
viendo los dibujos que hacía el otro y fueron como señales de que
¡teníamos que ser amigos! Luego empezamos a hacer radio en la facultad y
cuando nos dimos cuenta ya estábamos con Pablo (Motos) en el 'Club de
la Comedia'.
- Mucha gente se pregunta si se está cómodo debajo de la mesa de 'El Hormiguero'.
- Damián: Mucha gente lo pregunta. ¿Sabes por qué? Porque es un secreto (canturrea música misteriosa).
- Juan: Mola porque todo lo que cree misterio en
televisión siempre funciona, es como enterarte de mayor quién iba dentro
de Espinete. Todo es mucho más feo de lo que te esperas, te
desilusionas.
- ¿Trancas y Barrancas llevan bien la llegada de Petancas?
- Damián: Bien, pero con menos espacio abajo, están un poco atufadas. En el programa funciona como un tiro.
- Juan: Trancas está muy contento porque cuando le toca a
Petancas se puede ir con sus novietas, se va de picos pardos. Barrancas
sí le tiene un poco de tirria porque le quita espacio.
- ¿Han pensado incluir más personajes en un futuro?
- Damián: ¡Vaya! Has puesto el dedo en la llaga. Quizá
antes del verano haya una sorpresita, algún hijo no deseado. y hasta
aquí podemos decir. ¡Tienes la exclusiva, eh!
- ¿Cómo llevan las hormigas el recorte en el sueldo?
- Juan: ¡Pues muy mal! Imagínate bajar de treinta pipas
al mes a veintisiete. Les ha fastidiado porque lo que les gusta es
ahorrar para el invierno y encima lo tenían todo invertido en unos
sellos.
- A veces da la impresión de que Pablo Motos les riñe en serio...
- Damián: No, no, es verdad. Las hormigas solo llevan en
el guión la acción que hacen con el invitado, el resto es todo
improvisado. Mola porque a veces cortas a Pablo y llevas la entrevista
por otro lado, es lo más divertido.
- ¿Cuál ha sido el momento más tenso que han vivido en plató?
- Juan: Ha habido alguno pero más que por el invitado por
los representantes. Algunas veces han querido cortar la entrevista
porque algo les ha sentado mal.
- Damián: Eros Ramazzotti vino y él creía que sabía más
español de lo que realmente sabe, entonces decidió no ponerse
traducción. El programa fue un poco raro porque no se enteraba de nada.
- A los más pequeños de la casa les encantan. ¿Les cohíbe para hacer comentarios más verdes?
- Juan: El programa es para toda la familia e intentamos
no pasar el nivel que molesta a un padre, pero desde luego no nos
cortamos demasiado. Decimos las cosas en un código que entiendan los
padres pero los niños no demasiado. A nosotros nos gusta que las
hormigas sean adultas, que no sean ñoñas, de todas formas no hay nada
que le guste más a un niño que las cosas para adultos.
- ¿Es una táctica para ligar?
- Damián: Cuando saben que tienes esa capacidad para
manejar una marioneta se derriten, pero al final la marioneta acabamos
siendo nosotros (risas).
-¿Volverían a guillotinar a alguien. pero esta vez de verdad?
- Juan: La gente que te cae mal tiene que estar viva para hacer contrapunto. Si acaso algún banquero.
- Damián: ¡No digas eso! Que nos hacen el corralito.
Cuando guillotinamos a Dani Martín hicimos historia, fue como nuestra
teta de Sabrina.
TÍTULO: ITALIA FUE UN PAÍS TAURINO,.
Imagine la situación. Roma. Año 1924. Suenan
clarines y timbales y los toreros se disponen a hacer el paseíllo ante
decenas de espectadores ...
Imagine la situación. Roma. Año 1924. Suenan clarines y
timbales y los toreros se disponen a hacer el paseíllo ante decenas de
espectadores italianos en una corrida al estilo español. Este hecho
puede sorprender a muchos aficionados pero lo que se acaba de relatar
realmente sucedió en tan histórica ciudad. De hecho, fueron los últimos
festejos taurinos de un país, Italia, al que une una importante
tradición de espectáculos con el toro como protagonista.
De sobra conocido es el origen mitológico de los astados
y su vinculación con los países del eje Mediterráneo. Italia fue uno de
los que también celebraba estos festejos, cuando ni siquiera estaba
configurada como nación, sino que se dividía en varios reinos
independientes. Tenía sus propios espectáculos taurinos y además, desde
la invasión de los territorios de Sicilia y Nápoles por parte del rey de
Aragón Alfonso V en el siglo XV, y la llegada de los Borgia a Roma se
organizaron junto a los propios los que se 'importaron' desde España.
Y es que los juegos con toros italianos y los españoles
no eran del todo similares. Los italianos eran mucho más cruentos. El
más conocido de ellos se celebraba en el monte Testaccio. Esta colina,
ubicada en la ciudad de Roma, tiene también una historia curiosa,
relacionada con España. Se formó de manera artificial con unos 26
millones de ánforas de aceite de oliva rotas. La mayoría de ellas
provenían de la Bética (provincia romana también conocida como Hispania y
ubicada en el sur de la península ibérica).
Las ánforas se llevaban en barco al puerto de Roma. Tras
vaciar su contenido se rompían y se depositaban en este monte artificial
que en la actualidad cubre un área de 20.000 metros cuadrados y tiene
una altura de 40.
Desde ahí, desde esos 40 metros, ya en el siglo XIII, los
italianos celebraban el despeño. Un espectáculo que consistía
básicamente en subir hasta la cima un carro con toros y otros animales y
arrojarlos desde ahí. Abajo, a lomos de un equino, les esperaban los
caballeros, quienes les cortaban las cabezas o los mataban con espadas.
En otras ocasiones eran personas desprovistas de escudos o armas quienes
aguardaban su llegada en la ladera. Una lucha que habitualmente se
cobraba sus vidas.
Este espectáculo se engloba en lo que denominaban 'la
cacce di tori' en los que también estaban presentes los de hostigamiento
o las carreras con morlacos.
Una de las personas que mejor conoce la vinculación entre
toros e Italia es el estudioso en materia taurina e investigador
Fernando Cisneros. Nacido en Madrid pero con raíces extremeñas -su madre
procede de Jarandilla de la Vera- ha dedicado varios años a conocer
mejor esta historia.
Todo surgió cuando este miembro de la Unión de
Bibliógrafos Taurinos se topó con un dato que llamó su atención. Una
crónica que hacía referencia a que el Papa Alejandro VI, de la saga de
los Borgia, mató una corrida de toros en la plaza de San Pedro en el año
1500 y le cortó de un golpe la cabeza al animal.
Fernando Cisneros quiso investigar más y consultó las
crónicas de los más destacados historiadores y cronistas italianos. «No
encontré ni un solo documento que hiciese referencia a eso», apostilla
el investigador. Eso sí, interesado por la materia, comenzó a indagar
sobre este tema, consultando hemerotecas y bibliotecas, leyendo los
archivos del Vaticano y repasando numerosos documentos en latín e
italiano antiguo.
Sus averiguaciones le llevarán el próximo jueves, 13 de
diciembre, a impartir una tertulia en el Aula de Tauromaquia de la
Universidad San Pablo CEU de Madrid bajo el título 'Toros en Roma. Las
corridas papales'. Además, Fernando Cisneros publicará un libro que verá
la luz el próximo año.
Los Borgia
Antes de que el primero de los Borgia, Calixto III,
llegase a ser proclamado Papa en 1455, ya se celebraban festejos
taurinos en Italia. Sin embargo, con su desembarco en Roma, estos se
multiplicaron. Como Fernando Cisneros asevera, el siguiente Borgia que
fue proclamado Papa, Alejandro VI, en 1492, no estoqueó ningún morlaco,
ni tampoco se organizó una corrida cuando se canonizó a San Vicente
Ferrer en 1455 como erróneamente se cree.
«Los espectáculos con toros estaban asociados a la
celebración del carnaval y a la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto.
No obstante también hubo algunos con motivo de nacimientos o bodas
reales», detalla el investigador. Se organizaron festejos con reses
bravas en Roma con motivo de la toma de Granada en 1492 o para celebrar
la segunda boda de Lucrecia de Borgia, hija del Papa Alejandro VI.
En el periodo en el que los Borgia tenían poder e
influencia en Italia están documentados varios festejos con toros,
introduciendo en los mismos las costumbres españolas en cuanto a su
celebración.
Al igual que sucedía en nuestro país, los enclaves en los
que tenían lugar estos festejos eran las plazas de las ciudades. Por
ejemplo, la del Campo de Siena o la de San Pedro en el Vaticano, antes
de la remodelación de la misma por Bernini.
También en la plaza Navona, ubicada en Roma. «Ahí se
organizaron sobre todo las corridas a la usanza española. De hecho había
carreras con toros, que normalmente se hacían por las calles, a
semejanza de los encierros de San Fermín», recuerda Fernando Cisneros.
De esta manera, los festejos taurinos se ubicaban en
plazas grandes y que tuvieran vías de escape. Eran también los lugares
en los que se congregaban los ciudadanos para los autos de fe, es decir,
espacios que podían albergar a numerosos espectadores.
Desde el siglo XIII Italia acogía espectáculos taurinos,
por lo cual, era una tradición arraigada en el país. ¿Qué sucedió para
que dejasen de celebrarse?. «Las razones las encontramos en la
influencia que tenía la iglesia católica en la época», argumenta
Cisneros. Comenzaron las prohibiciones hasta que finalmente el Papa Pío V
decidió prohibir los espectáculos con toros bajo pena de excomunión, en
el año 1567.
Una vez que se derogó esa bula, gracias en parte a la
presión ejercida por el rey español Felipe II, y una vez que volvía a
estar permitido organizar este tipo de festejo, el interés de los
aficionados había decaído y aunque se retomaron nuevamente no lograron
el auge de antaño.
Se celebraron de manera esporádica durante los siglos
XVI, XVII y XVIII pero ya no tuvieron la repercusión y se fueron
espaciando en el tiempo hasta prácticamente desaparecer. «Primero llegan
las prohibiciones y después el enfriamiento», razona el investigador.
Los últimos festejos que tuvieron lugar en Italia se
celebraron en el año 1924, cuando Mussolini intentaba buscar
espectáculos que sirviesen para distraer al público, según argumenta
Cisneros, aunque el periodista Gonzalo Cardona explicó en una crónica
que estas corridas tenían como finalidad recaudar fondos para los
hospitales tras la I Guerra Mundial. Para ello se aprovechó un coso
taurino utilizando un estadio romano.
Toreros de Eibar y Albacete
Tuvieron lugar en junio de ese año. Se trataba de
festejos a la usanza española (con picadores y banderilleros) en los que
se lidiaron reses de Albaserrada. Eso sí, los astados no morían en la
plaza, según detalla Cisneros. Participaron los espadas Pedro Basauri
'Pedrucho de Eibar' y el albaceteño Rafael Rubio 'Rodalito', que decidió
quedarse a trabajar en la embajada tras contraer matrimonio con una
italiana.
«Tuvieron bastante éxito y como atestiguan algunos
periódicos que he consultado llegaron a asistir cerca de 50.000
personas», indica Fernando Cisneros que añade que en Italia las corridas
de toros despertaron la curiosidad del pueblo.
«Las voces críticas dicen que si se hubieran celebrado
con la muerte del toro en la plaza habrían tenido más continuidad»,
sentencia el investigador que destaca el interés que a día de hoy aún
tienen los italianos por estos espectáculos.
Un ejemplo de ello es que en el norte de Francia se
celebró en 2010 una fiesta de hostigamiento con toros y en Italia se
pegaron más carteles para anunciar el espectáculo que en el país galo.
«Por el interés de los italianos creo que si se celebrasen corridas sin
que se opusiesen los colectivos animalistas, se llenarían plazas de
25.000 personas», vaticina Fernando Cisneros.
El último acercamiento entre Italia y la tauromaquia se
remonta al año 1994 cuando se abolió el decreto que prohibía
espectáculos taurinos, peleas de animales y uso de ejemplares vivos como
reclamos. El presidente Silvio Berlusconi firmó la orden que abolía el
artículo 129 del real decreto de 6 de mayo de 1940, aunque algunos
apuntaron intereses personales en esta medida.
El grupo empresarial tenía intención de comprar a España
los derechos televisivos de las corridas, según recogía 'Il Messaggero'
en un artículo de agosto de 1994 titulado 'La corrida llega a Italia'.
El subsecretario de la presidencia del Gobierno italiano
salió a desmentir tal circunstancia, alegando que el artículo 7.2.7 del
código penal recoge castigos para quienes organicen espectáculos en los
que se maltraten animales. Desde entonces no se han vuelto a dar pasos
en este sentido.
La recuperación de las corridas de toros en Italia es a
día de hoy una utopía, pero en la siempre interesante historia del país
quedará grabado aquellos espectáculos con morlacos y la huella que
dejaron los españoles intentando contagiar de la pasión taurina a sus
habitantes.
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