martes, 3 de septiembre de 2013

Raúl Gómez: «Soy muy fan de la siesta»/ Bienvenidos a Cáncer City,.

TÍTULO; Raúl Gómez: «Soy muy fan de la siesta»

El presentador se ha hecho un experto del regateo en 'Negocia como puedas', la propuesta de sobremesa de Cuatro

Raúl Gómez: «Soy muy fan de la siesta»Picardía y regateo son las únicas armas que valen para ganar dinero en 'Negocia como puedas', el programa de Cuatro de las sobremesas (15.45 horas). Así que si ve bajarse de una furgoneta a sus presentadores, Miguel Martín y Raúl Gómez (Barcelona, 1982), deje sus conocimientos a un lado, saque a relucir el truhán que lleva dentro y prepárese para «un tira y afloja muy interesante».
- ¿Qué tal se le da regatear?
- Mal aunque gracias a este programa estoy aprendiendo mucho. Cuando acabe voy a salir siendo un regateador de primera, mejor incluso que algunos políticos que tenemos.
- ¿El rival más duro es la siesta o la competencia?
- Venimos a luchar contra la siesta, queremos cambiar los hábitos de los españoles. Yo soy muy fan del descanso después de comer pero creo que la siesta debe empezar a las cinco de la tarde, es mucho más beneficioso para el alma.
- Con Miguel Martín coincidió en 'Caiga quien caiga' (CQC). ¿Cómo fue el reencuentro?
- Muy bonito, hicimos una cena romántica con velas. Hablamos de los buenos ratos que vivimos, la calle une mucho. Somos los Starsky y Hutch de la televisión.
- Y su furgoneta es igual que la del 'Equipo A'.
- Es una cosa que yo exigí. Era una ilusión de la gente de mi generación porque marcó nuestra infancia. Pero al abrir la puerta, en vez de salir M.A. o Murdock, salimos Miguel o yo y tampoco golpeamos a nadie ni nos evadimos de la ley.
- Pero raptan al concursante.
- Es un rapto consentido, pero si el programa no funciona siempre podemos pedir dinero a sus familias. No, en serio, se divierten mucho.
- ¿Le ha sorprendido alguno?
- Ya tengo incluso devoción por algunos que han sido especiales. Los concursantes son, como decía Forrest Gump, una caja de bombones en la que nunca sabes lo que te vas a encontrar.
- ¿Andamos bien de picardía?
- El español es genéticamente pícaro, somos listos. La gente regatea muy bien, el concursante aquí sabe lo que tiene pero la persona con la que regatea, no. Hay un tira y afloja muy interesante.
- ¿Qué político negociaría mejor en su programa?
- A algunos nunca los subiría en mi furgoneta de lo bien que regatean (risas). Cualquier político lo haría muy bien, así que vamos a evitarlos para que no nos arruine el programa.
- ¿Este concurso es más complicado de hacer que 'CQC'?
- Los programas de calle tienen su punto. 'CQC' fue una época maravillosa y ponerse ese traje era un honor aunque no duramos mucho, pero era más rápido de grabar que 'Negocia como puedas'. Aquí llegamos a estar dos horas con cada concursante, es más complejo de grabar.
- ¿Mira la audiencia?
- Si me diesen igual tendría una tara cerebral (risas). El día después del estreno lo primero que hice fue mirar los datos.
- 'Lo sabe, no lo sabe' también nació para ocupar un hueco de verano y lleva un año en antena.
- Es un claro ejemplo de un programa de verano que se queda en antena como un símbolo de la cadena. Si continuamos sería un éxito poder convivir con Juanra Bonet como una pareja de enamorados en la parrilla de Cuatro.
- Podrían cambiarse los papeles.
- Estaría bien. Un día deberíamos cambiarnos los papeles los de Mediaset. ¿Te imaginas a Jorge Javier presentado los informativos o a Ana Rosa en 'Lo sabe no lo sabe'? Puede ser maravilloso.

TÍTULO; Bienvenidos a Cáncer City,.

Bienvenidos a Cáncer City500 casos son demasiados para un pueblo de 5.000 habitantes. En Shannon (Canadá) culpan a la red de agua. El Gobierno lo niega,.

Nada especial distingue la 'zona roja' del resto de Shannon, una población de 5.000 habitantes cercana a Quebec, la capital de Canadá. Circulando por la carretera, bordeada por hileras de árboles, tras los que se asoman las casas de los vecinos, nadie puede decir que tenga la sensación de estar jugándose el cuello.
La verdad es que el peligro se halla oculto: es un enemigo silencioso que ha ido cobrándose centenares de vidas y que se oculta en las cañerías. Se trata del tricloroetileno (TCE), un disolvente probablemente cancerígeno -a falta de estudios concluyentes- empleado por los fabricantes de munición para limpiar la grasa del metal, y que fue utilizado durante cuarenta años en la base militar Valcartier, situada en las afueras del pueblo.
Hasta entonces, Shannon tenía incluso cierta fama por la calidad de su agua. Antes de que estallara el escándalo todo el mundo bebía de sus propios pozos, y era frecuente que la gente de Quebec acudiese hasta allí para llenar botellas y llevárselas a casa. Pero eso era antes.
La voz de alarma
Claude Juneau, un médico de familia de la localidad, fue el primero en dar la voz de alarma hace más de diez años. Preocupado por el aumento de casos de cáncer en Shannon, se dedicó a efectuar un registro de los datos, hasta quedar convencido de que algo raro estaba pasando. Llegó a encontrar tres casos de cáncer de colon en una misma casa en sujetos sin consanguinidad, y contó hasta veinte diagnósticos de tumores cerebrales, un tipo de enfermedad que, estadísticamente, solo desarrolla una persona entre 20.000.
Juneau relacionó enseguida el problema con el agua del pueblo. Los vecinos que vivían cerca de la base acudían a su consulta con la piel enrojecida tras darse una ducha, y eran habituales los casos de trastornos digestivos provocados por su consumo.
En 1997, las autoridades sanitarias ya habían detectado tricloroetileno en la red de suministro de agua de Shannon, pero la investigación no fue más allá, a pesar de las quejas de algunos vecinos. Tuvieron que ser ellos mismos quienes, en 2003, llevaran el caso a los tribunales... sin mucha fortuna.
Las primeras vistas del juicio se retrasaron hasta 2011, tiempo suficiente para que más afectados se sumaran a la demanda: hoy son más de 3.000 las personas que reclaman una solución a un problema que, aseguran, ha causado medio millar de casos de cáncer y 200 muertes.
Sin conexión
Quien no vio tan claro el nexo entre los vertidos y la enfermedad fue el juez, que no llegó a encontrar esa relación de causa y efecto. Pese a ello, y sorprendentemente, ordenó que los habitantes de la 'zona roja' fueran indemnizados, aunque no por haber contraído el mal, sino por los inconvenientes derivados de la interrupción del suministro. Así, pretendió cerrar el asunto compensando a 300 vecinos con 10.000 euros.
Los demandantes, que pedían 140 millones como reparación, acogieron el fallo con indignación y lo recurrieron: el caso volverá a verse el próximo año en el Tribunal de Apelación de Quebec. Para ayudarle a tomar una decisión, dispondrá de los resultados de la investigación que lleva a cabo un comité internacional de expertos y que tendrá listas sus conclusiones este otoño.
Durante todo este tiempo, el Gobierno ha invertido 26 millones en la construcción de un acueducto que ya surte de agua al 70% de la población. El resto, sigue utilizando sus propios pozos. En cuanto a la base, el Departamento de Defensa está instalando una planta de tratamiento, que entrará en funcionamiento en 2015, para evitar que los vertidos se filtren al suelo.
En estas circunstancias, lo lógico sería que Shannon se convirtiese poco a poco en un pueblo fantasma por la huida de sus habitantes. Nada de eso: en los últimos años su población ha crecido un 30% por su proximidad con la capital, de la que se ha convertido en suburbio. Eso sí, son 5.000 vecinos que solo beben agua embotellada.

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