martes, 3 de septiembre de 2013

La telerrehabilitación llega a los lesionados medulares,./Dos y dos son cinco para el führer»

TÍTULO; La telerrehabilitación llega a los lesionados medulares

El paciente puede realizar los ejercicios de movilidad desde su casa siguiendo las indicaciones de un programa informático

cultura,.
Los lesionados medulares del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo ya disponen de una nueva aplicación informática para rehabilitarse desde su casa sin necesidad de desplazarse hasta el centro para recuperar la movilidad de sus miembros superiores (hombro, brazo, antebrazo y mano). Se trata del sistema TOYRA (Terapia Objetiva y Rehabilitación Audiovisual), una plataforma terapéutica de base tecnológica que enseña ejercicios a aquellos pacientes que aún pueden recuperar la movilidad de un brazo o una mano sin moverse del sillón de su casa.
Al igual que en un juego de ordenador, el paciente es el protagonista de esta aventura virtual. Situado frente a una pantalla, una especie de «avatar» de sí mismo realiza sus movimientos en tiempo real a través de sensores colocados sobre el brazo. Durante la sesión van apareciendo mensajes escritos y hablados que dan instrucciones acerca de los pasos que el usuario debe seguir para mover correctamente un miembro superior. Los pacientes realizan estos ejercicios para ayudarles a recuperar la movilidad para llevar a cabo tareas de la vida diaria como alimentarse, asearse o coger un objeto.
En opinión del responsable de la Unidad de Biomecánica y Ayudas Técnicas del Hospital Nacional de Parapléjicos, el doctor Ángel Gil, «es una novedad tecnológica de gran valor para la rehabilitación de los miembros superiores de quienes han sufrido una tetraplejia por un accidente de circulación o un ictus o de quienes tienen cualquier problema ortopédico como una rigidez articular en un hombro tras una fractura».
El servicio de TOYRA incorpora un software que puede instalarse en el ordenador del paciente y que ha sido diseñado por la multinacional tecnológica española Indra. Según su responsable de I+D en el departamento de Sanidad, Alberto Bernal, «esta sofisticada plataforma plantea una renovación en el proceso de rehabilitación aplicando todas las ventajas de las nuevas tecnologías porque los sensores captan con gran exactitud los movimientos del paciente». Las ventajas para éste son varias: además de no tener que desplazarse al hospital una vez ha sido dado de alta para seguir la rehabilitación, aumenta su nivel de motivación pues «consigue una mayor participación del paciente en tratamientos que habitualmente son largos, mide su estado real, sus avances y almacena todos los datos para que el profesional sanitario también pueda tener acceso a ellos y vea su evolución», subraya el consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha, José Ignacio Echániz.
En ello coincide con Rosalía Mota, coordinadora de Terapia Ocupacional del Hospital Nacional de Parapléjicos, quien resalta que TOYRA añade un «componente lúdico al tratamiento al asignar puntuaciones a los diferentes ejercicios y proporcionar una valoración objetiva de los movimientos que va consiguiendo el paciente».
Para ello, el sistema se basa en el modelo de 'Cloud Computing' que permite un seguimiento remoto desde el hospital. «Los pacientes y centros que lo instalen también tendrán a su disposición las actualizaciones del software de manera inmediata y sin coste adicional, ya que al tratarse de un despliegue en la nube todos los clientes se benefician de las mejoras», añade el consejero autonómico, para quien este proyecto «pionero» marca «el camino imparable de la modernización de la sanidad».
Investigación neuronal
El sistema TOYRA es un ejemplo de por dónde van las investigaciones en el área de las lesiones medulares. En el caso del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, la Unidad de Biomecánica y Ayudas Técnicas, la Unidad de Terapia Ocupacional y el Servicio de Rehabilitación del hospital han trabajado juntos en este proyecto en colaboración con Indra y la Fundación Rafael del Pino, una entidad privada sin ánimo de lucro creada por el que fuera máximo dirigente de Ferrovial.
Un accidente en el océano Índico mientras daba la vuelta al mundo en barco en 2004 condujo a uno de los hombres más ricos del mundo a una silla de ruedas y le sensibilizó sobre la lesión medular. Su hija, María del Pino, que hoy dirige esta fundación, se muestra orgullosa de uno de sus últimos logros, TOYRA: «Este proyecto hará realidad la rehabilitación a distancia con el consiguiente ahorro de recursos y el aumento de la comodidad de los pacientes».

TÍTULO; Dos y dos son cinco para el führer»

George Orwell anticipa en sus misivas parte de '1984' y la situación geopolítica tras la Segunda Guerra Mundial

El 'blitz' había amainado sobre los cielos británicos en 1944. Los aviones alemanes ya no llegaban con tanta facilidad a las ciudades galesas e inglesas como en años anteriores, cuando la RAF era incapaz de parar a los pilotos de la Luftwaffe. No obstante, todavía eran capaces de alcanzar Londres y soltar su mortífero cargamento. «Mientras escribo esto, seres humanos muy civilizados vuelan sobre mi cabeza tratando de matarme», apunta uno de los miles de ciudadanos que soportaron las bombas germanas mientras intentaba pone su granito de arena para lograr la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Eric Arthur Blair (Motihari, India, 1903- Londres, 1950) es el autor de esa reflexión, aunque nunca la firmó con ese nombre. El mundo lo conocería por el de George Orwell.
El escritor angloindio ayudó en la Home Guard, un cuerpo defensivo de voluntarios en suelo británico; trabajó en la BBC para el servicio destinado a India y el Este asiático y, en 1943, se convirtió en columnista y editor literario de la revista semanal Tribune. Este puesto le proporcionó un buen número de cartas de admiradores y detractores anónimos y conocidos que Orwell contestaba. Una profusa comunicación postal que el escritor mantenía desde muy joven.
Ahora, una editorial inglesa -Liveright- publica una reedición actualizada de 'George Orwell. A life in letters', un libro que recoge algunas de esas cartas, donde se desvelan todo tipo de asuntos: pensamientos filosóficos, las reglas del croquet, su visión sobre los duendes, la sensación que le produjo la Guerra Civil española en Barcelona -en la que participó como soldado y luego plasmó en 'Homenaje a Cataluña'- o sus predicciones de cara al futuro después de la Segunda Guerra Mundial.
El 18 de mayo de 1944, Orwell le contesta a Noel Willmett, quien le cuestionaba sobre el culto a la personalidad y los totalitarismos. El escritor esboza en su contestación algunas de las ideas que cinco años más tarde verían la luz en '1984' (1949). «Me temo que, desgraciadamente, el totalitarismo está creciendo en el mundo», indica Orwell en su contestación. Además ofrece un pronóstico de lo que iba a suceder en meses posteriores, prediciendo la victoria aliada: «Hitler pronto desaparecerá, pero solo a costa de fortalecer a: 1) Stalin 2) los millonarios americanos e ingleses y 3) todo tipo de pequeños 'führers' al estilo de De Gaulle».
Y, además, le ofrece al señor Willmert como cree que será la situación geopolítica. «Si la clase de mundo que temo llega, un mundo de dos o tres superestados que no puedan conquistarse el uno al otro, entonces dos y dos serán cinco si el führer así lo quisiera. Eso hasta donde puedo ver, es la dirección en la cual nos movemos», indica Orwell en su reflexión sobre los totalitarismos.
Unas ideas que luego reflejaría en '1984', donde las personas han perdido sus pensamientos, la personalidad y su capacidad de decidir. Todos vigilados por un gran hermano. Además de su acertada visión de futuro, Orwell también alerta de la debilidad de las mentes pensantes británicas. «La mayor parte de la élite intelectual inglesa se opone a Hitler, pero solo a cambio de apoyar a Stalin. La mayoría de ellos apoyan métodos dictatoriales, policías secretas y la sistemática falsificación de la Historia siempre que beneficie 'a los nuestros'», comenta.
Economía
Cuando Orwell escribe la carta, reside en el barrio londinense de Mortimer Crescent, donde cayó una de las famosas bombas V1 alemanas, lo que hace reflexionar a Orwell sobre el sentido de la guerra: «Ellos no sienten ninguna enemistad hacia mí como individuo. Yo tampoco hacia ellos. Solo están haciendo su trabajo. La mayoría de ellos, no tengo ninguna duda, son buena gente y jamás cometerían un asesinato en su vida privada. Por otro lado, si alguno consigue matarme hoy, tampoco tendrá ninguna pesadilla. 'Están sirviendo a su país' y eso parece que les absuelve de todo mal».
En su análisis, George Orwell no se olvida de la economía, que está casi obligada -recordemos que estamos hablando de 1944- a estar centralizada. «Están hechas (las economías) para funcionar en un sentido económico pero no están organizadas democráticamente y tienden a establecer un sistema de castas», añade el autor de '1984'.

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