España va camino de traspasar a Italia la indeseada
distinción que acarrea ser, entre los grandes países de Europa, el que
más dudas e inseguridades proyecta sobre la estabilidad de la zona euro
en los mercados financieros. La prima de riesgo española -que mide el
diferencial entre el rendimiento del bono nacional a diez años frente al
alemán ('bund'), considerado valor seguro y por tanto refugio de los
inversores- cayó ayer por debajo de la italiana, algo que no sucedía
desde el mes de marzo de 2012. Una mejora que disparó la confianza en la
Bolsa y permitió al Ibex-35 alcanzar la cota de 8.801,60 puntos al fin
de la sesión.
La prima de riesgo de la deuda española se situó al cierre
de los mercados en 249,5 puntos básicos, casi dos puntos por debajo de
los 251,20 que marcó el diferencial del país trasalpino y siete puntos
menos que el valor registrado el pasado lunes, cuando se quedó en los
256,8 puntos básicos.
El interés del bono español a diez años también reflejó
esta menor presión de los inversores: desde la apertura de la Bolsa
hasta aproximadamente las 14,00 horas su rendimiento se mantuvo por
debajo del 4,5%. Sin embargo, comenzó a subir por la tarde y cerró en el
4,521%, solo ligeramente por debajo del 4,534% que registró el día
anterior.
No es el mejor registro alcanzado en fechas recientes por
el termómetro del riesgo-país español, que el 16 de agosto pasado marcó
su mínimo anual al caer hasta los 248 puntos básicos. Durante la sesión
de ayer llegó a bajar hasta los 246 puntos, para volver a subir después.
En el contexto político-financiero actual, superar a Italia
con menores costes de financiación es un éxito relativo, pues deriva
sólo en parte de unas mejores perspectivas para la economía española. Y
es que también ayudó a empujar el carro la evolución de otros países
europeos, el aflojamiento de las tensiones en torno a Siria e incluso
algunos buenos datos llegados desde Asia.
Para que España pudiera sacar pecho frente a Italia, junto a
las buenas cifras macroeconómicas y al optimismo que proyecta el
Gobierno de Madrid, el factor determinante fue la fuerte subida de la
prima de riesgo italiana en los últimos días debido al conflicto
desatado por la posible exclusión del Senado del ex primer ministro
Silvio Berlusconi, que ha puesto en entredicho la estabilidad de la
coalición gobernante y ha llevado incluso a la Comisión Europea a hacer
un llamamiento a la responsabilidad de los partidos del país trasalpino.
Países rescatados
El viento también sopló a favor desde Alemania, donde el
rendimiento del 'bund' subió ayer, desde el 1,966% del lunes al cierre,
hasta el 2,026%, con el consiguiente efecto de reducción de las primas
de riesgo del resto de países. Entre los rescatados, la griega cerró en
830; la portuguesa en 508 y la irlandesa en 199 puntos básicos.
En la Bolsa de Madrid la mejora de la prima de riesgo
volvió a animar a unos inversores que el pasado lunes habían iniciado la
semana con pesimismo después del varapalo que supuso -sobre todo para
los intereses de las constructoras- el desprecio del COI a la
candidatura de Madrid para albergar los Juegos Olímpicos de 2020. Ayer
todos los valores del Ibex 35 acabaron la sesión con ganancias excepto
Enagás. Los mayores avances fueron para Sacyr-Vallehermoso (8,02%), IAG
(4,69%), Bankinter (3,5%), Acciona (2,95%) y Santander (2,51%).
También terminaron con elevadas ganancias Mapfre (2,5%),
Ferrovial (2,49%), Caixabank (2,48%), Inditex (2,42%), Indra (2,35%),
BBVA (2,34%) y Grifols (2,05%).
Menores fueron las subidas de Telefónica (1,71%), Iberdrola
(1,68%), Abertis (1,52%), Popular (1,52%), FCC (1,43%), Repsol (1,37%) y
Sabadell, que subió un 1,28% un día después de anunciar una ampliación
de capital por 1.400 millones de euros y la entrada en su accionariado a
dos fondos de inversión de origen iberoamericano.
El resto de mercados europeos también registraron
importantes subidas. Fráncfort avanzó un 2,06%, París un 1,89% y Londres
un 0,82%.
TÍTULO: E.E.U.U. ENDURECE LA VÍA DIPLOMATICA,.
Siria
se ha convertido en un gran tablero de juego donde todos los actores
internacionales intentan sacar partido de los faroles ajenos.
Siria se ha convertido en un gran tablero de juego donde
todos los actores internacionales intentan sacar partido de los faroles
ajenos. Francia jugaba ayer el papel de interlocutor estadounidense en
la ONU, donde intenta formalizar la propuesta rusa con una trampa: que
el desarme químico de Siria sea impuesto por el Consejo de Seguridad de
acuerdo con capítulo 7 de la Carta Magna, que autoriza el uso de la
fuerza. Algo para lo que ya se anticipaba la oposición de Rusia, que
considera la resolución «inaceptable». Francia sostiene que solo de esa
manera se puede asegurar de que la renacida vía diplomática no se
convierte es una táctica dilatoria para ganar tiempo.
«No vamos a entrar en juegos», advirtió ayer
telefónicamente el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, a su
homólogo ruso, Serguei Lavrov. «Lo estudiaremos solo si es una propuesta
seria».
Pero para juegos, Vladímir Putin ha demostrado ser el mejor
jugador de póquer, al traer a la mesa el farol de Kerry, que el lunes
dijo en Londres que Siria solo podía evitar el ataque si entregaba todas
y cada una de sus armas químicas. «Algo que no va a hacer, ni se puede
hacer, obviamente», remató el jefe de la diplomacia norteamericana, en
lo que ha sido calificado por fuentes de la CNN en el Gobierno como «una
gran metedura de pata».
La Casa Blanca ha intentado sacar partido de esta
«diplomacia accidental» asegurando que si Siria y Rusia se plantean
siquiera esa posibilidad es por la contundente amenaza que ha lanzado EE
UU. Precisamente por ello, argumentó anoche el secretario de Estado, no
es momento de bajar la presión. «Mucha gente dice que nada trae más
lucidez a la mente que la presencia de la soga», resumió Kerry al pedir a
la Cámara de Representantes que haga esa amenaza más real que nunca.
Putin, por el contrario, sostiene que «el plan solo
funcionará si Estados Unidos y aquellos que lo apoyan prometen renuncian
al uso de la fuerza». Según el mandatario ruso, que como todos intenta
llevar a su terreno el nuevo giro de los acontecimientos, «es difícil
lograr que ningún país del mundo -sea Siria o cualquier otro- se desarme
unilateralmente si la amenaza de acción militar sigue bajo
consideración».
Nadie parece confiar en la sinceridad de Putin o de
al-Assad a la hora de ejecutar la propuesta de desarme, pero todos
coinciden en que hay que explorarla. El Senado se apresuró el lunes a
posponer la votación de la resolución y la Cámara Baja le preguntó a
Kerry si debería hacer lo mismo. «Mira, si queréis minar nuestra fuerza y
jugar a la política, hacedlo», dijo enfurecido el secretario de Estado.
En la Cámara Alta, donde el líder de los republicanos Mitch
McConnell ya ha decidido votar en contra, de acuerdo con lo que quiere
la mayoría de los estadounidenses. Por su parte, el líder demócrata
Harry Reid ha comprendido que no solo no es momento para bajar la
presión, sino para aumentarla. Reid advirtió que EE UU sabe dónde están
los arsenales químicos sirios, a pesar de que al-Assad los cambie de
sitio con frecuencia, por lo que si intenta transferirlos a Hezvolá «o
alguna otra organización terrorista, tendrá una rápida respuesta de este
gobierno, y será una respuesta robusta», prometió.
Estados Unidos ha resucitado a Reagan para parafrasear su
frase de «confía pero verifica». Algo para lo que necesita la ayuda de
la ONU. El secretario general Ban Ki-moon, que el lunes abrazó con
entusiasmo las declaraciones de Kerry en Londres y las de Lavrov en
Moscú, propone que Siria almacene las armas químicas en algún lugar
seguro de su territorio y las ponga bajo custodia internacional, para
que sean destruidas.
El diplomático surcoreano también quiere utilizar esta
nueva iniciativa para impulsar su propia agenda, por lo que insiste en
que habría que aprovechar el movimiento del desarme químico con una
conferencia de paz que ponga fin al conflicto. Como la de Ginebra, que
EE UU pospuso tras el ataque químico del 21 de agosto. La ONU no quiere
hablar de plazos para el desarme ni siquiera de qué manera puede
contribuir a él, pero a nadie se le escapa que si necesitó cuatro meses
para negociar la visita de los inspectores al lugar atacado con armas
químicas en marzo, una operación de esta envergadura tardaría como
mínimo meses, si no años.
Un plazo muy distinto del que parece estar dispuesto a dar
el Gobierno americano, que ayer circuló en el Congreso la idea de 30
días. Kerry, satisfecho por la velocidad con la que Siria está
repentinamente dispuesta a colaborar, recordó a los legisladores que
hasta el domingo pasado al Assad ni siquiera admitía que tuviese armas
químicas, y dio crédito al presidente Obama por haber convencido a su
homólogo ruso en San Petersburgo de que iba en serio con su amenaza de
ataque militar.
De la necesidad del mismo tenía que convencer anoche al
pueblo estadounidense, en un discurso que muchos consideran uno de los
más importantes de su presidencia, y que sus asesores reescribían horas
antes de comparecer en televisión.
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