TÍTULO: Un informe advierte de posibles hundimientos en el terreno del silo nuclear,.
La disolución de yesos, propios del terreno, podría generar colapsos, según un estudio técnico,.
Foto de un buen lugar, un bar para tomar un buen café o una copa, etc,.
Enresa, la empresa pública que construirá el
almacén de residuos nucleares de Villar de Cañas (431 habitantes, Cuenca)
reconoce en uno de sus informes técnicos la posible existencia de “riesgos
geotécnicos relevantes” que podrían generar hundimientos en el terreno. El
pliego de prescripciones técnicas, colgado
en su página web, recoge como peligro de mayor entidad en el emplazamiento
“la existencia de formas kársticas, desarrolladas en yeso”. Según este
documento, se trata de una condición “desfavorable de cierta relevancia” y de
“posibles consecuencias no despreciables”. Esos yesos se podrían disolver y
generar hundimientos del suelo y colapsos. El mismo estudio, de julio de 2012,
subraya la presencia de alguna dolina (depresión más o menos profunda) “en la
misma formación yesífera en la que se encuentra el emplazamiento".
La crecida del río Záncara, a unos 500 metros de la parcela en la que prevén levantar el almacén nuclear ha despertado en los últimos días numerosos temores sobre la seguridad del emplazamiento. El agua ha llegado a pocos metros de los terrenos —entre 300 y 1.000, según estimaciones— y aunque la zona no se ha anegado, la Plataforma contra del cementerio nuclear de Cuenca incide en que riesgos geomorfológicos, principalmente por la existencia de yesos, desaconsejan seguir adelante con el proyecto ante el peligro de hundimientos del suelo. Esos yesos se pueden disolver de varias maneras, por infiltracón de agua desde el exterior, o por movimientos horizontales, explican desde la Plataforma.
El presidente de Enresa, Francisco Gil Ortega, aseguró el pasado 27 de
noviembre, durante una comparecencia en el Congreso de los Diputados, que se
estaban haciendo sondeos “cada 30 metros” para saber “con certeza” lo que hay en
el terreno, recoge La Tribuna de Toledo. “Ahora es cuando estamos
haciendo un estudio de caracterización del terreno, porque no se podía hacer
antes”, explicó a uno de los diputados, que le preguntó por el riesgo
hidrogeológico.
Este jueves, el PSOE de Castilla-La Mancha ha hecho públicas unas imágenes afirmando que la parcela estaba anegada por las últimas lluvias. El alcalde de Villar de Cañas, José María Sáiz (PP), Enresa, la empresa pública encargada de la construcción y la Plataforma en contra de la infraestructura han acotado las balsas a los alrededores.
La empresa pública subraya que el hecho de que el agua no haya llegado a la
parcela donde se ubicará el ATC, las siglas de almacén temporal centralizado,
demuestra que la zona no es inundable. La entidad está terminando la primera
fase de estudios del terreno y en los que se han hecho catas del terreno.
Fuentes de Enresa explican que se ha realizado un estudio previo de inundaciones
que dibujó escenarios como que el río Záncara tuviera un caudal de 3.000 metros
cúbicos (algo muy superior a lo registrado). Aun en esos casos, según la empresa
pública, la parcela no resultaría afectada.
Esta investigación servirá para confirmar si la parcela es idónea para construir el ATC. Después comenzará la caracterización de detalle “para desarrollar la ingeniería específica”.
“Lo lógico es que estos estudios se hagan con anterioridad y no posteriormente”, incide Carlos Villeta, coportavoz de la Plataforma contra el cementerio nuclear de Cuenca y miembro de Ecologistas en Acción. Desde la Plataforma destacan que fenómenos como la formación de torcas o dolinas son “muy rápidos”, también recuerdan que los terrenos están situados a 2.000 metros de la localidad justo en el límite que establece la legislación sobre distancia a núcleos urbanos de este tipo de instalaciones.
En Enresa consideran que el almacén de residuos atómicos se puede adaptar “a casi cualquier terreno” y se encomiendan a las pautas de seguridad del Consejo de Seguridad Nuclear.
La crecida del río Záncara, a unos 500 metros de la parcela en la que prevén levantar el almacén nuclear ha despertado en los últimos días numerosos temores sobre la seguridad del emplazamiento. El agua ha llegado a pocos metros de los terrenos —entre 300 y 1.000, según estimaciones— y aunque la zona no se ha anegado, la Plataforma contra del cementerio nuclear de Cuenca incide en que riesgos geomorfológicos, principalmente por la existencia de yesos, desaconsejan seguir adelante con el proyecto ante el peligro de hundimientos del suelo. Esos yesos se pueden disolver de varias maneras, por infiltracón de agua desde el exterior, o por movimientos horizontales, explican desde la Plataforma.
Se hacen sondeos “cada 30 metros” para saber “con certeza”
lo que hay en el terreno, según el presidente de la constructora
Este jueves, el PSOE de Castilla-La Mancha ha hecho públicas unas imágenes afirmando que la parcela estaba anegada por las últimas lluvias. El alcalde de Villar de Cañas, José María Sáiz (PP), Enresa, la empresa pública encargada de la construcción y la Plataforma en contra de la infraestructura han acotado las balsas a los alrededores.
La constructora ha previsto escenarios como que el río
Záncara alcance un caudal de 3.000 metros cúbicos
Esta investigación servirá para confirmar si la parcela es idónea para construir el ATC. Después comenzará la caracterización de detalle “para desarrollar la ingeniería específica”.
“Lo lógico es que estos estudios se hagan con anterioridad y no posteriormente”, incide Carlos Villeta, coportavoz de la Plataforma contra el cementerio nuclear de Cuenca y miembro de Ecologistas en Acción. Desde la Plataforma destacan que fenómenos como la formación de torcas o dolinas son “muy rápidos”, también recuerdan que los terrenos están situados a 2.000 metros de la localidad justo en el límite que establece la legislación sobre distancia a núcleos urbanos de este tipo de instalaciones.
En Enresa consideran que el almacén de residuos atómicos se puede adaptar “a casi cualquier terreno” y se encomiendan a las pautas de seguridad del Consejo de Seguridad Nuclear.
TÍTULO: La verdadera interpretación de los sueños,.
Científicos de Kioto logran descifrar la actividad de la mente dormida,.
Los sueños han estimulado la imaginación humana como pocas cosas, tal vez
porque cualquier teoría sobre ellos es virtualmente irrefutable. Mensajes
adivinatorios del futuro para unos, reverberación interna del mundo según otros
y narrativas enigmáticas para el común, los sueños parecen exactamente la clase
de experiencia subjetiva que permanecerá siempre oculta, inaccesible al
escrutinio público e impermeable a la ciencia empírica. Craso error. La
neurología ya está solo a un paso de leer los sueños.
Si es que no lo ha dado ya, porque Yukiyasu Kamitani y sus colegas del Laboratorio de Neurociencia Computacional ATR, en Tokio, han puesto a punto una especie de diccionario que traduce la actividad cerebral de sus voluntarios humanos durante el sueño —el familiar mapa de colinas rojas activas y valles verdes silentes que genera la resonancia magnética— a otro lenguaje muy distinto pero que nos resulta mucho más próximo y fácil de interpretar: la secuencia de imágenes que el sujeto estaba soñando en ese instante.
Los mitos sobre los sueños se deben, en el fondo, a la misma miopía que nos confunde al reflexionar sobre el yo, la consciencia o el pensamiento. Estamos fisiológicamente incapacitados para pensar que pensar es una cosa, una secuencia de coreografías de activación neuronal que pueden detectarse y medirse con las tecnologías actuales de imagen como la resonancia magnética funcional (fRMI). Y por mentira que pueda parecer, los sueños también son una cosa, algo distinta del estado de vigilia pero con muchos paralelos con él.
Tal y como describen en la revista Science, Kamitani y sus colegas han decidido
centrarse en solo tres voluntarios —o quizá es que solo consiguieron tres—, pero
les han exprimido con nipona minuciosidad. Al sujeto se le introduce en el
estruendoso tubo de resonancia magnética a razón de tres horas por sesión y por
el plazo de diez días; en cuanto el voluntario, pese a todo lo anterior, logra
dormirse y el ordenador registra su actividad cerebral, los científicos lo
despiertan bruscamente y le preguntan con qué estaba soñando, y así hasta 200
veces.
Un ejemplo de uno de los sueños descritos por los voluntarios es: “Desde el cielo vi algo como una estatua de bronce, una gran estatua de bronce que existía en una pequeña colina, y bajo la colina había casas, calles y árboles de la forma normal”. La idea del experimento es hallar correlaciones consistentes entre esa jerigonza —o más bien entre los elementos de la jerigonza, como la estatua o la colina— y los patrones de actividad en el córtex visual, la zona posterior del cerebro que normalmente procesa las imágenes provenientes del mundo exterior.
Y su éxito ha sido más que notable. Después de entrenar a sus algoritmos de esa forma, con 200 o más correlaciones para cada voluntario, el sistema ha sido capaz de predecir la imaginería onírica con un 60% de acierto. Es decir, que las pautas de activación que se ven por resonancia magnética durante el sueño significan —tres de cada cinco veces— lo que el sujeto estaba soñando subjetivamente en ese momento, o al menos lo que un segundo después dijo haber soñado. Sueños plasmados.
Hasta ayer, la posibilidad de leer los sueños no era más que ciencia ficción de serie B —“Star Trek en el mejor de los casos”, como comenta en Science el neurocientífico de Harvard Robert Stickgold—, pero el tema acaba de saltar a la estantería de no ficción. Los investigadores de Tokio llaman la atención sobre los posibles avances en el tratamiento del insomnio y otros males de la mente que se derivan de sus descubrimientos. Pero ahora que nos van a saber leer los sueños, tendremos que preguntarnos si queremos que nos los lean o si no, y si no por qué no.
Si es que no lo ha dado ya, porque Yukiyasu Kamitani y sus colegas del Laboratorio de Neurociencia Computacional ATR, en Tokio, han puesto a punto una especie de diccionario que traduce la actividad cerebral de sus voluntarios humanos durante el sueño —el familiar mapa de colinas rojas activas y valles verdes silentes que genera la resonancia magnética— a otro lenguaje muy distinto pero que nos resulta mucho más próximo y fácil de interpretar: la secuencia de imágenes que el sujeto estaba soñando en ese instante.
Los mitos sobre los sueños se deben, en el fondo, a la misma miopía que nos confunde al reflexionar sobre el yo, la consciencia o el pensamiento. Estamos fisiológicamente incapacitados para pensar que pensar es una cosa, una secuencia de coreografías de activación neuronal que pueden detectarse y medirse con las tecnologías actuales de imagen como la resonancia magnética funcional (fRMI). Y por mentira que pueda parecer, los sueños también son una cosa, algo distinta del estado de vigilia pero con muchos paralelos con él.
Cuando el sujeto logra dormirse y el ordenador registra su
actividad cerebral, los científicos lo despiertan y le preguntan con qué estaba
soñando, y así hasta 200 veces
Un ejemplo de uno de los sueños descritos por los voluntarios es: “Desde el cielo vi algo como una estatua de bronce, una gran estatua de bronce que existía en una pequeña colina, y bajo la colina había casas, calles y árboles de la forma normal”. La idea del experimento es hallar correlaciones consistentes entre esa jerigonza —o más bien entre los elementos de la jerigonza, como la estatua o la colina— y los patrones de actividad en el córtex visual, la zona posterior del cerebro que normalmente procesa las imágenes provenientes del mundo exterior.
Y su éxito ha sido más que notable. Después de entrenar a sus algoritmos de esa forma, con 200 o más correlaciones para cada voluntario, el sistema ha sido capaz de predecir la imaginería onírica con un 60% de acierto. Es decir, que las pautas de activación que se ven por resonancia magnética durante el sueño significan —tres de cada cinco veces— lo que el sujeto estaba soñando subjetivamente en ese momento, o al menos lo que un segundo después dijo haber soñado. Sueños plasmados.
Hasta ayer, la posibilidad de leer los sueños no era más que ciencia ficción de serie B —“Star Trek en el mejor de los casos”, como comenta en Science el neurocientífico de Harvard Robert Stickgold—, pero el tema acaba de saltar a la estantería de no ficción. Los investigadores de Tokio llaman la atención sobre los posibles avances en el tratamiento del insomnio y otros males de la mente que se derivan de sus descubrimientos. Pero ahora que nos van a saber leer los sueños, tendremos que preguntarnos si queremos que nos los lean o si no, y si no por qué no.
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